BUENOS AIRES.- “Esto no es un diálogo”. Fue la postura del juez federal Ariel Lijo, apenas comenzó la declaración indagatoria del vicepresidente, Amado Boudou. Fue como advertencia ante los primeros dichos del funcionario, que pretendía que se le informe de dónde surgían las pruebas que indicaban que él había adquirido la imprenta de papeles de seguridad Ciccone.
“Le pregunto con todo respeto al señor juez, de qué prueba surge que yo sea dueño o haya adquirido como dice la afirmación de Ciccone a través de TOF (The Old Fund)”, consultó Boudou luego de escuchar las acusaciones que pesan en su contra.
Como indica el Código Procesal Penal, Lijo leyó las sospechas que tiene contra Boudou antes de darle la palabra al imputado, según el documento facebook que se conoció ayer. Allí repitió los argumentos expuestos en la citación a indagatoria. El magistrado cree que Boudou y sus socios compraron Ciccone e influyeron para levantar su quiebra, con el fin último de contratar con el Estado. A la par -considera Lijo- se habría frenado una licitación para que la Casa de la Moneda imprimiera billetes.
El relato agrega que a las 17.15, luego de un cuarto intermedio de 25 minutos, comenzaron las preguntas del magistrado.
Las primeras dudas del juez apuntaron a los números telefónicos que utilizó Boudou entre 2009 y 2012. “No recuerdo”, contestó el vicepresidente.
En segundo término, Lijo se interesó por el departamento de Puerto Madero que es propiedad de Boudou y en el cual se sospecha que vivió Alejandro Vandenbroele, el hombre que se cree que manejó la imprenta por cuenta y orden del vice. Boudou contestó: “cuando comencé a vivir con Agustina Kämpfer, buscamos un lugar más amplio que mi departamento, en el cual habitaba solo. Yo buscaba alquilar mi departamento por los ingresos que estos significaban. Esto me refiero al del piso 25. Siempre es preferible alquilar sin intermediación inmobiliaria, por los costos que esto significa. Y comenté a algunos conocidos, por supuesto entre ellos mi amigo José Núñez. Él me dijo que tenía una persona de su conocimiento que podía alquilarlo, yo le dije que para mí era importante que hubiera cierta flexibilidad en los plazos pues un hermano mío, Sebastián, estaba por tener familia y quizás le interesaría ese lugar”.
“Así las cosas me trajo un contrato de una persona que vivía en España, Carosso Donatiello, cuyo nombre veo en esta oportunidad por primera vez. Núñez me dijo que esta persona quería tener el departamento para una actividad comercial en la Argentina. Creo recordar que vinculado a la compra y venta de jugadores de fútbol. Firmé el contrato en mayo, que consta y tiene fecha cierta, pues la firma está certificada por escribano”, acotó. Y prosiguió: “era un contrato entre dos personas que estaban en distintos países. Para el mes de diciembre del mismo año mi contador me comenta que ha recibido una nota de quien lo alquilaba indicándole que no había avanzado en su proyecto y a partir de marzo dejaba el alquiler. Me pareció muy razonable el tiempo en el cual me lo comunicó”.
Boletas de teléfono
“¿Por que aparecieron a nombre de Vandenbroele boletas de teléfono?”, le preguntó el juez Lijo. “Creo que el teléfono nunca estuvo a mi nombre sino de la persona a la cual se lo adquirí. Es habitual que los inquilinos muchas veces pongan los servicios a su nombre, sobre todo para no dejar los pasivos que arrastren por el uso de distintos servicios a nombre del propietario. Tengo entendido que Carosso Donatiello residía en España y su familia vivía en Rosario, no me parece extraño que hubiera delegado en una persona que conociera o fuera de su confianza la tramitación del alta de los servicios”, contestó.
“¿Cómo recibía el canon locativo (efectivo, cheque o transferencia bancaria)?”, avanzó el magistrado.
“A mí me depositaban en pesos en mi cuenta en el Banco Francés que tengo abierta hace mucho tiempo, pues la abrí para cobrar los sueldos de profesor de economía del CEMA. La mecánica la desconozco”, replicó Boudou, según expuso en su propio muro de facebook ayer. (Infobae.com)