BELO HORIZONTE - Cumplir años durante un Mundial puede ser muy especial para un futbolista. Hace cuatro años, Leo Messi escapaba del acoso en una camioneta por las oscuras calles de Pretoria. Este año, se planta en el campo de juego con goles y ante los micrófonos con fundamentos, soltura e incluso autocrítica. Fueron cuatro años de un intenso proceso de maduración que lo consolidaron como el mejor del mundo.
Messi es hoy un padre orgulloso que cuenta en las redes sociales cuánto ama y extraña a su hijo Thiago. Lejos quedó aquella “Pulga” de mirada escurridiza y pocas palabras. Los 27 años lo encuentran este 24 de junio en un momento quizás único. Él lo sabe y se ha puesto la Selección argentina al hombro para alcanzar su sueño: ganar una Copa del Mundo. El rendimiento del conjunto no convence aún, pero él no se rinde. Incluso puso fin a ocho años de sequía de goles en un Mundial con dos tantos que le dieron a la Argentina el pase a octavos de final.
“Pasaron muchos años, uno va creciendo, va madurando. Me encuentro en un grupo en el que tengo muchos amigos y eso hace que esté relajado tanto dentro como fuera de la cancha”, resumió el “10” en el búnker argentino.
“Es un verdadero líder. Todos lo tienen a Messi como alguien introvertido pero tiene su carácter, ojo. Si tiene que pegar dos o tres gritos como líder, como capitán, lo hace, eh? Se impone con el ejemplo”, aseguró a DPA el utilero Mario De Stéfano, que conoce a la “Pulga” desde los juveniles. El delantero, cultor del bajo perfil, está siempre rodeado de su familia, en especial sus padres Jorge y Celia, con quienes está sumergido en problemas judiciales en España por supuesta evasión de impuestos correspondientes a los millonarios ingresos del jugador. “La plata la maneja mi papá y yo confío en él”, aseguró. La Justicia española le creyó.
La fama y los millones no cambiaron su esencia. Sigue siendo aquel chico nacido un 24 de junio de 1987 en un humilde barrio de Rosario que sólo quiere jugar a la pelota. Y ganar un Mundial. (DPA)