RIO JANEIRO, Brasil.- La Selección argentina no pudo conseguir su tercer título del mundo, una postergada ilusión de 28 años, al perder hoy frente a Alemania por 1 a 0, en la final del Mundial de Brasil, que se jugó en el mítico estadio Maracaná de Río de Janeiro.
El gol de los alemanes, verdugos del conjunto nacional en los últimos tres partidos mundialistas (Italia 1990, por 1 a 0, y en Alemania 2006, 1 a 1, y 4 a 2 en los penales, y Sudáfrica 2010, por 4 a 0, ambos en cuartos), lo convirtió el enganche Mario Götze, a los 7 minutos del segundo tiempo suplementario.
Alejandro Sabella realizó un planteo muy similar al del cotejo con Holanda por las semifinales: un 4-4-2 bien definido, con las líneas bien pegadas para cubrir los espacios en defensa, con presión en la mitad de la cancha para no dejar pensar al rival, y con sus volantes externos y delanteros atentos para salir rápido de contraataque. En síntesis, Argentina jugó el partido que pensó: le cedió campo y pelota a Alemania, pero sin perder de vista el arco del adversario.
La defensa lució sólida, más allá de las tres chances que tuvo el equipo de Joachim Löw en el último cuarto de hora de la primera etapa: con dos remates Andre Schurrle (36m.) y Toni Kroos (43m.) que contuvo Sergio Romero y un cabezazo de Benedickt Höwedes (46m.) que dio en el palo izquierdo.
El mediocampo luchó cada pelota como si fuera la última y nunca perdió el orden táctico, con Ezequiel Lavezzi por derecha, Lucas Biglia y Javier Mascherano, en el doble cinco, y Enzo Pérez por izquierda.
Pero le faltó volumen de juego (el precio de jugar con un sistema efectivo pero conservador), más allá de los arranques de Lionel Messi, que por derecha ganó cada vez que encaró. Pese a eso, el seleccionado argentino tuvo dos oportunidades clarísimas de gol en los pies de Gonzalo Higuaín (20 minutos), que desperdició un mano a mano increíble, y Messi (39 minutos), que sin ángulo no pudo definir.
Alemania, con un 4-2-3-1, manejó con criterio aunque fue lento con la pelota: tuvo el dominio territorial, pero careció de volumen de juego, y cada vez que Argentina lo atacó no se mostró ni firme ni seguro atrás. Además, con la salida por lesión del volante Christoph Kramer (reemplazó a Sami Khedira) y el ingreso de Schürrle sobre los 30 minutos, mutó su esquema a un 4-1-4-1, aun más ofensivo, y creó las tras ocasiones de peligro ya mencionadas.
Sabella, quien ante Holanda demostró ser un gran estratega y le ganó en la "partida de ajedrez" a Louis Van Gaal, otro táctico, movió las piezas en el entretiempo y mandó a la cancha a Sergio Agüero por Lavezzi (en los papeles delantero por delantero, pero en el juego atacante por volante), para darle al equipo más profundidad y un socio futbolístico a Messi.
"Leo" tuvo el gol al minuto, pero su disparo se fue muy cerca del palo izquierdo de Manuel Neuer, que a los 12m. le cometió una falta a Higuaín dentro del área: era penal y tarjeta roja para el arquero alemán. Grosero error del árbitro italiano Nicola Rizzoli.
Esa variante cambió el partido: el juego se hizo más abierto, la tenencia de la pelota ya no fue exclusiva de Alemania y Argentina, con un 4-3-1-2, se pareció más a Argentina de las Eliminatorias y menos a la de Holanda de las semifinales. A los 32 minutos., el ingreso de Rodrigo Palacio por un extenuado Higuaín buscó más frescura en la ofensiva y a los 42 la variante de Fernando Gago por Pérez un pase más profundo en ataque para ganar el partido.
Sobre los 38 minutos, el clásico simpatizante que quiso robarse el protagonismo de la tarde-noche carioca al saltar al campo de juego del Maracaná fue detenido rápidamente por la policía privada del estadio. En los minutos finales el desarrollo del partido fue mucho más desprolijo, emotivo, pero sin llegadas a los arcos. Y ante todo sin un dueño absoluto.
En el primer tiempo suplementario, a los 38 segundos, otra vez Romero le ganó en el duelo a Schürrle y Palacio, a los 6 minutos, se lo perdió solo -al igual que contra Holanda- ante el arquero. Los dos equipos, a esa altura del partido, sintieron el cansancio por el desgaste realizado. Se empezó a jugar, sin dudas, con el corazón. Y Argentina, además, con el aliento de las 30 mil almas que se hicieron sentir, como nunca, en un Maracaná hóstil.
Ya en el segundo tiempo suplementario, Argentina falló en el fondo, a los 7 minutos, y Götze, tras bajar la pelota con el pecho dentro del área, definió con clase a la izquierda de Romero y decretó el 1-0, a la postre final. Alemania, que había perdido una final mundialista con el equipo nacional en México 1986, sumó su cuarta estrella, tras los títulos conseguidos en 1954, 1974 y 1990.
Argetina, campeón en 1978 y 1986, perdió con dignidad un partido cerrado y parejo, una final que quedará en la historia como la segunda vez que cae con la camiseta azul ante el mismo rival. (Télam)