Ver a Riquelme presentarse como un “bichito” más será como ver al amor de la vida que decidió dejar atrás momentos únicos, pasear de la mano de otra. Ese amor que dijo adiós con dolor, tal vez harto de los vicios y vencido por una relación deteriorada.
Pero la separación entre el hincha de Boca y Román no será una ruptura; ni como en otras el tiempo se hará cargo de sanar heridas.
El amor entre ellos es único porque ellos lo son: porque otro Riquelme no habrá para estos hinchas, ni para el 10 existirán en las gradas de La Paternal fieles que sólo tengan ojos para sus gambetas.
Román, el de un tiempo a esta parte, es disparador de discusiones constante. El conductor que divide las aguas cuando se le analiza el juego que hace de la cancha para afuera. Pero cuando la acurruca bajo la suela...
Román con la pelota es un combo que une a los amantes más futboleros, y eso es lo que van a extrañar los enamorados abandonados, a los que se les revolverá el alma al verlo gambetear vestido de rojo.