“La quinoa, el alimento inca que hoy es considerado en el mundo como una especie importante en la dieta por su valor alimenticio, continúa siendo una caja de sorpresas”, le dijo a LA GACETA Daniela Alejandra González antes de abordar el avión que la llevaría a los Estados Unidos, para realizar investigaciones sobre ese producto en el país del Norte.
González es estudiante avanzada de Biotecnología de la Universidad Nacional de Tucumá, y realiza estudios sobre la quinoa en la Fundación Miguel Lillo y en la Facultad de Ciencias Naturales de la UNT, bajo la dirección de la doctora María Inés Isla.
La semana pasada, la joven investigadora viajó al Departamento de Food Science de la Washington State University (WSU), en los Estados Unidos, para profundizar los estudios sobre el efecto de ciertos compuestos químicos que posee el grano de quinoa sobre la hipercolesterolemia.
“Este tema tiene mucha importancia debido al problema de colesterol en personas y las investigaciones previas en la WSU demostraron la posibilidad de que la ingesta de quinoa en ratones de laboratorio pueda tener un fuerte efecto en la disminución del colesterol”, explicó Daniela.
“Las pruebas que vamos a realizar serán en los próximos seis meses, lo que nos permitirá ahondar en efectos y en la identificación de qué sustancias químicas, acumuladas en el grano de quinoa, estarían provocando el efecto de disminución del colesterol”, concluyó.
Por su parte, el doctor en Biología Juan Antonio González, que dirige las investigaciones de quinoa en la Fundación Miguel Lillo, donde Daniela realiza su pasantía de entrenamiento en esa especie, agregó que se ha avanzado mucho en el estudio de la quinoa a nivel internacional.
“Conocemos las variedades óptimas, se avanza fuertemente en el mapa genético, se han identificado proteínas específicas y conocemos la resistencia de la especie a sequía, frío y otras condiciones que la hacen apta para suelos de media y alta montaña. La posibilidad de que la misma tenga efecto a nivel de colesterol es una nueva posibilidad, que puede llegar a tener fuertes aplicaciones en medicina”, apostó el investigador.
El súperalimento
Desde hace unos años, expertos destacan distintos valores nutritivos de este cereal andino al que no se ha dudado en calificar de “superalimento”. Hasta la propia FAO ha dicho que este cereal puede desempeñar un papel fundamental en la erradicación del hambre mundial, por tratarse de un alimento natural, sano y fácil de producir. Ahora, a los valores ancestrales nutrititivos, se suman estas líneas investigativas con fines terapéuticos.