La presidencia de Domingo Faustino Sarmiento se extendió desde 1868 hasta 1874. Uno de sus grandes problemas era la relación con Santiago del Estero, donde gobernaba el mitrista Manuel Taboada. En las cartas que el sanjuanino intercambiaba con su gran amigo tucumano José Posse, el tema aparece con frecuencia.
“Ya te llegará el rumor de una conspiración que ha debido estallar en Santiago, de esas que anualmente inventa (Manuel) Taboada para mantener viva su tiranía e ir acabando con todo género de resistencias, aun las aparentes”, escribía Posse el 20 de noviembre de 1869.
“Ahora aquel malvado trata de revestir su inicua trama con otros aparatos de los que siempre ha usado, haciendo aparecer complicado en ella al Gobierno Nacional, a (Ignacio) Rivas, al gobernador (Belisario) López, al comandante (Julio Argentino) Roca y hasta al gran diablo”.
Para Posse, el objeto de Taboada era “llamar la atención de la República para distraerla de lo que va a hacer de sus enemigos interiores, que es aterrarlos y empobrecerlos y dar, de paso, ese tema a la prensa de oposición para que lance destemplados gritos”.
Le informaba que, a la vez que inventaba la conspiración, Taboada hacía en Tucumán “un trabajo que ha sido descubierto”. En efecto, “metía la mano en el (regimiento) 7 de línea, por medio de un agente llamado Victorio Hernández, con promesas de dinero para seducir a un sargento de confianza y algún agente de tropa, con el objeto de sublevar el batallón”. Pero el agente fue descubierto y “fugó para Santiago”.
Le avisaba todo esto, “para que no te dejes sorprender por lo que diga la prensa enemiga”. Quedaba claro que no debía recelar de López, ni de Roca.