La verja del frente cuenta una historia: un obispo impulsó la industria azucarera en nuestra provincia, y lo hizo con instalaciones rudimentarias, con trapiches hechos de madera movidos por bueyes; más tarde llegó la industria y transformó la actividad. Esa verja, realizada por la paisajista Cristina Le Mehaute, que resume lo que ocurrió con la principal actividad productiva de Tucumán, es lo primero que encontrarán aquellos que vayan a conocer el renovado Museo de la Industria Azucarera “Casa Quinta Obispo Colombres”.
La casa ubicada en el parque 9 de Julio cuenta ahora con nuevo equipamiento; paneles interactivos para mostrar de manera dinámica la historia de la caña de azúcar, la diversidad de la flora y fauna de los cañaverales, y diferentes espacios que exhiben objetos históricos originales, como trapiches, pailas y la indumentaria que usó Colombres. Este trabajo fue encarado por la Municipalidad capitalina a través de la subsecretaría de Planeamiento, a cargo de Luis Lobo Chaklián. El coordinador general del proyecto fue el arquitecto tucumano Marcelo Beccari, que confesó que lo más difícil fue complementar un monumento histórico nacional con la tecnología que necesita hoy un museo.
“Se trata de una casa frágil, una de las más antiguas de la ciudad. Mantuvimos los pisos de madera, las ventanas y las escaleras originales, entre muchas otras áreas. Por eso tenemos que controlar la cantidad de personas que ingresar para garantizar la seguridad de los visitantes y el mantenimiento de la estructura”, destacó Beccari.
El museólogo Gabriel Miremont, quien integró el equipo que remodeló el espacio, comentó que se abrieron salas y se utilizaron nuevas tecnologías. Entre ellas se encuentran la sala de memoria oral (allí los visitantes pueden dejar sus testimonios relacionados con la industria azucarera); la de la cocina de la casa, y la de la habitación privada del Obispo. Otro espacio fue destinado a contar el mito de “El familiar” (una gruesa cadena conduce a una habitación en la que se escuchan sonidos especialmente elaborados por un estudio de Canadá y por el músico tucumano Humberto Salazar). También hay una moderna sala en la que conviven una hornalla descubierta en 2008 por arqueólogos (está bajo nivel y protegida por vidrios) y paneles que relatan la historia de los protagonistas de industria azucarera.
Para jugar
Por los diversos espacios se reparten ocho puestos interactivos para navegar por la historia. Otra de las novedades es un juego especialmente diseñado para chicos. Se trata de un piso que funciona como rompecabezas con la forma de la provincia. También hay cuatro pantallas que transmiten videos realizados por una productora especializada en documentales y mobiliario para exterior (bancos fabricados por el colectivo Bondi) e interior (bancos de madera firmados por el tucumano Guillermo Rodríguez).
“Camino al Bicentenario de la Independencia, la política del intendente Domingo Amaya es poner en valor lugares emblemáticos, como la casa del Obispo Colombres. Queremos acercar la historia a la gente”, dijo Lobo Chaklián.