Novela

BESAR A LA MUERTA

HORACIO GONZÁLEZ

(Colihue - Buenos Aires)

Besar a la muerta, la primera novela de Horacio González, es un texto de ritmo extraño, que se sitúa entre el ensayo y la ficción. Al referirse a la novela el autor habla de criollismo paródico y de clave farsesca. Hay un juego carnavalesco con la teología y la política. La trama se inicia con la ficción del encuentro de un manuscrito de autor desconocido, distanciando la autoría del libro. Toda la fábula se desarrolla alrededor de un largo asado nocturno. González crea un clima atrapante de tres personajes: el Padre Poggi, el ex sacerdote Santiesteban y el profesor Rupestre. Los tres alrededor hablan de lo humano y lo divino. El centro de las disquisiciones es la afirmación de que en la escena de la muerte de Eva Perón se encierran las claves de la liturgia nacional. El beso a la muerta de Perón sería el momento inicial, un beso auspiciado por el confesor de Eva. Se advierten las obsesiones del pensamiento de Horacio González cuya ensayística se caracteriza por una complejidad que, con frecuencia, sacrifica la comprensión. Es innegable la sombra de Leopoldo Marechal, sobre todo en obras como El banquete de Severo Arcángelo y Megafón o la guerra.

El lector asiste a largas disquisiciones sobre diversos rituales de la argentinidad como el asado y el mate. Inclusive, a través del profesor, una suerte de alter ego del autor, se habla de las académicas: las fichas, las clases. En el texto se encuentran desde Leónidas Lamborghini hasta John William Cooke.

Arriesgada apuesta

Dos cartas forman parte de la trama que imagina el peronismo: la carta del Padre Benítez, confesor de Eva, a Blanca Duarte; la carta de Perón a John William Cooke. El centro de la significación està en la escena de la muerte de Eva donde Poggi ve una cifra de la realidad argentina, que transforma lo histórico en sagrado y consolida para siempre un mito de origen.

Aunque mucho se ha escrito sobre la muerte de Eva y sobre su cadáver, González se centra en la escena misma de la despedida. Las hermanas, el confesor y Perón. La figura de Perón queda desdibujada al lado de la sacralizada imagen de la muerta.

La novela de González supone una arriesgada apuesta, atrae por la abigarrada mezcla de elementos al mismo tiempo que no deja de requerir cierta competencia cultural para leerla. Su barroquismo detiene continuamente el recorrido por sus páginas. Aunque no por ello deja de seducir con la mezcla de elementos muy disímiles en clave picaresca.

© LA GACETA

Carmen Perilli