El arte no tiene fronteras, y la caricatura es una de las formas del arte. A veces se piensa que es una forma menor, sin embargo requiere una enorme cuota de inteligencia y de síntesis que la hace muy insidiosa, como se ha visto estos días en viñetas que reaccionaron ante el brutal ataque a Charlie Hebdo.
Es que lo que ha ocurrido es demasiado fuerte. Por el lado de los atacantes, la mente religiosa es por naturaleza una mente cerrada alrededor de su religiosidad de cualquier culto y, en general, no soporta ningún ingreso desde el humor, ninguna herida humorística.
El humor supone libertad e inteligencia. Un hombre con mucho humor -y una inteligencia prodigiosa- era mi amigo (Jorge Luis) Borges.
Hacer humor supone ver el otro lado de las cosas y para hacerlo se requiere libertad mental, mucha educación, mucha información. Y las personas con una adhesión religiosa demasiado fuerte puede no soportar esa otra mirada.
El arte requiere libertad e inteligencia, si no, no es arte. No si está sometido a una ideología o a una religión con carácter de ideología. El arte no puede estar sometido a ninguna estructura mental hermética.
Pensemos sino en el devenir y la evolución de la propia historia del arte.