“Queremos salir corriendo”, fue la frase con la que una pareja de turistas sintetizó lo que les produjo llegar a El Mollar. Oscar Frías y Natalia González, viven en Lomas de Zamora, y viajaron 1.200 kilómetros para descansar. Pero se dieron con un panorama poco amigable. “Estamos totalmente desilusionados. Veníamos a un lugar paradisíaco, y lo es desde el punto de vista del paisaje. Pero queríamos huir de Buenos Aires y encontramos aquí lo peor de allá: basura por todas partes; un ruido infernal, porque todo el mundo pone música a todo volumen; chicos totalmente alcoholizados, o peor: caminan como zombies, con la mirada perdida… Es muy triste”, comentaron.
En la edición de ayer LA GACETA publicó la queja de dos pescadores que describieron como una “pesadilla” en lo que se había transformado la zona de perilago del dique La Angostura la madrugada del fin de semana. No son quejas aisladas. “Es imposible entrar a pescar, ves mujeres y chicas en muy mal estado. Tu intención es ir a pasar un día lindo y volvés enojado, disgustado. Las autoridades no hacen nada”, agregó Juan Dandi, un veraneante de años de El Mollar.
Las márgenes del lago siempre han sido el lugar de reunión de los jóvenes después que abandonan el boliche con las primeras luces del día. Eso no sería un problema -opina Dandi- si aplicaran la célebre frase de Ulpiano: “el derecho de uno empieza donde termina el de los demás”. Sin eso la convivencia entre el que quiere divertirse y el que quiere descansar es imposible.
Sin embargo, el problema no se circunscribe sólo a la zona del lago. Laura y Juan Pablo, artesanos de Córdoba, explicaron que en el camping no se puede estar por culpa de la basura y del ruido. “De todos los autos sale música a todo volumen a cualquier hora… es un infierno”, dijeron.
Gustavo Figueroa, veraneante oriundo de Concepción, señaló que notó más controles que otros años, pero en el área de la mesada y en el ingreso a la villa. “Están faltando en Costa de Piedra, además que coloquen baños químicos y basureros para que tiren allí los desperdicios”, opinó.
Hace 25 años que va a El Mollar y asegura que los últimos 10 la cantidad de jóvenes se multiplicó. Se declara un amante del lago y confiesa que ver la basura que hay lo apena, lo amarga. “También los que usan bombas para extraer agua y regar las plantaciones de papa. Eso tampoco está regulado”, añadió.
Rotar los controles
“Todo lo que podamos hacer para evitar los desbordes se hará”, sostuvo el presidente del Ente Tucumán Turismo, Bernardo Racedo Aragón. Los lugares de concentración de gente van cambiando -reconoció el funcionario-, por eso es que también hay que modificar los puntos de control.
Racedo Aragón comentó que es muy común que el veraneante se queje cuando, debido a los controles en la ruta, el tránsito se hace más lento. Pero reconoció que gracias a esos operativos se secuestran motos porque sus conductores están alcoholizados. “Los excesos no le suman al turista, a la localidad ni al que los comete. Hay que seguir trabajando con las fuerzas del orden”, redondeó.
“Nunca dije alcohol cero”, fue la única frase -antes de colgar el teléfono- que expresó el subjefe de la Regional Oeste, Roque González. A principios de enero, cuando se anunció el “Operativo Verano”, el comisario González declaró que habría uniformados recorriendo las villas turísticas y controlando la ingesta de alcohol en la vía pública.
Sin embargo, González ahora dice que jamás prometió alcohol cero en las calles. En esa oportunidad también expresó: “Vamos a ser muy duros”. Eso tampoco sería así, dejó entrever. Ofendido no quiso hacer más comentarios al respecto.
Por su parte, Guido Salas, jefe de la Regional Oeste, reconoció que más que invitar a los jóvenes que se vayan a los campings o domicilios no se puede hacer mucho más. “Algunos están en autos, no les podemos decir que se suban así como están y bajen la montaña”, explicó. Estos días -agregó- se priorizó la presencia policial en los lugares donde hubo más concentración, como la fiesta de la Verdura (el fin de semana pasado) y el recital de “Palito” Ortega.
Con estas respuestas no queda muy claro, entonces, cuál es la estrategia del “Operativo Verano”. Cómo se puede garantizar la paz de unos y la diversión de otros sin descontrol. Nada impide que los jóvenes sigan reuniéndose a consumir litros de alcohol poniendo en riesgo su salud y la tranquilidad de los veraneantes.