Nunca imaginó que iba a causar tanto revuelo. Si lo único que hizo fue mandar un mail, dice él. Franklin Adler, el ingeniero especialista en Hidráulica que advirtió a sus vecinos de Yerba Buena que el agua que salía del grifo de su cocina no era apta para ser bebida, se asombra. El lunes por la tarde, una comisión del departamento de Saneamiento Básico del Sistema Provincial de Salud (Siprosa) estuvo en su casa recolectando muestras del líquido con el objetivo de realizar nuevos análisis de laboratorio.

“Se llevaron agua de una canilla externa que se encuentra en la vereda, de un grifo interno y del tanque”, cuenta.

Hace unos días, Adler distribuyó un correo electrónico que circuló de forma masiva a través de las redes sociales y del servicio de mensajería WhatsApp. Allí adjuntaba los resultados del estudio que él mismo había solicitado al Siprosa, al advertir cierta turbidez en el agua corriente. En ese documento se lee que el organismo categoriza al agua como “no apta para consumo humano”, en los parámetros bacteriológicos analizados, según lo establecido por el Código Alimentario Argentino (CAA).

Los bioquímicos evaluaron, entre otros valores, la cantidad de coliformes totales, que son unas bacterias. El límite para esos microorganismos -establecido por el CAA- es de menos de 3 en 100 mililitros, pero hallaron 16 en 100 ml.

En aguas tratadas, los coliformes funcionan como un alerta de que hubo una contaminación, sin identificar el origen. Indican que pueden haber sucedido fallas en el tratamiento, en la distribución del líquido o en las propias fuentes domiciliarias.

La doctora Graciela Ojeda -jefa de Saneamiento Básico del Siprosa- dice que se tomaron muestras en la vivienda de Adler, situada en la calle Quito al 2.400, para “establecer cuál es el problema”. En seguida añade que los inspectores también relevaron otros domicilios de la zona, a fin de verificar la situación general.

“Los resultados preliminares estarán disponibles en unas 72 horas, puesto que las bacterias requieren un tiempo de cultivo”, concluye Ojeda.

Desde la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT) afirman que se efectúan unas 6.000 muestras anuales en todo el territorio provincial, a fin de garantizar la calidad del líquido. Los voceros de la empresa proveedora del servicio dijeron, además, que un proceso de recolección debe seguir protocolos internacionales, y que existen distintos parámetros para medir la contaminación.