A menos que seas una de esas amas de casa a las que no se le pasa nada por alto (los días de descuento, las cantidades exactas que come cada uno, los lugares donde venden buenas verduras y al mejor precio, qué hacer con lo que sobra, etc), lo más probable es que en tu casa mucha comida vaya a parar al tacho de la basura. Claro, no siempre se logra consumir a tiempo todos los alimentos que adquirimos.
El descarte de comida es un problema grave. Si sumamos todas los hogares, bares, restaurantes e industrias vinculadas a la fabricación de alimentos que los desechan, se alcanzan cifras alarmantes.
Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación), cada año se desperdician alrededor de 1.300 millones de toneladas de comida en el mundo. Sólo en América Latina se pierden y se desperdician más alimentos que los que son necesarios para satisfacer las necesidades de las 47 millones de personas que aún sufren hambre en la región.
Con los alimentos que se pierden en esta parte del mundo en supermercados, ferias libres, almacenes y demás puestos de venta -dice la FAO- se podría alimentar a más de 30 millones de personas, es decir, al 64% de quienes sufren hambre en la región.
Frente a esto, ¿cómo podemos hacer para reducir el desperdicio en nuestra casa? Te proponemos 10 ideas que podés llevar a la práctica. Cada cambio genera otros más grandes.
1
Planificar el menú
Si de lunes a viernes hay que alimentar a la tropa familiar, entonces un buen método es armar el menú semanal y así planificar las compras. También es una excelente manera de ejercer mayor control en la dieta. A veces sucede que porque no hay verduras en la cocina el menú incluye pastas y carnes tres días seguido y, por ejemplo, nada de pescado y legumbres.
2
El drama del vencimiento
Abriste el paquete de manteca o el queso untable y después de tres días te das cuenta de que estás sobre la fecha de vencimiento. Te invade la idea de tirarlo. No hay que ser tan estricto; hay alimentos que no se ponen malos porque se haya pasado un par de días de la fecha de caducidad. Aprovechá y cociná algo: una tarta o un bizcochuelo y así evitás tirarlos.
3
El arte del camuflaje
A esta disciplina la manejaban a la perfección nuestras abuelas. Unos fideos se convertían de un día para el otro en un pastel; el arroz, en unas croquetas; medio pollo, en un salpicón; las verduras, en una sopa... Las posibilidades son infinitas y hay que tenerlas en cuenta antes de abrir la tapa del tacho de la basura.
4
Comprar lo justo
Aquí viene lo complicado. Muchas veces sucumbimos al 2X1 o al “llevás la segunda unidad a mitad de precio”. Cuando eso ocurre, terminamos cargando el carrito con alimentos que quizás no lleguemos a consumir. También ocurre que llegamos a la verdulería y compramos grandes cantidades de verduras. Tanta que ni siquiera comiendo todos los días papas o milanesas de berenjenas alcanzamos a terminar. Frutas y verduras tienen una vida corta, así que hay que comprar lo justo. Volvemos al punto 1: planificar el menú.
5
Freezar y dresfreezar
Tenés media tarta de choclo que quedó de ayer y nadie la quiere comer porque hoy es el turno de las milanesas. Antes de tenerla en la heladera durante los próximos días, es mejor tomar la decisión y freezarla. Ahí podrá descansar varios meses y estará lista para sacarnos de apuro.
6
Antes del tacho, una maceta
Hay dos cosas que no deberían ser desechadas: el resto de yerba mate y la cáscara de huevo. Son excelentes abonos naturales para las plantas. A la cáscara la triturás un poco y va derecho a la maceta. Es fuente de calcio natural para cualquier plantita.
7
“¿Me envuelve las sobras?”
Le llaman la doggy bag (bolsa para el perro) al envoltorio en el que le dan al cliente lo que sobró de su plato. En Tucumán a muchos les da un poco de vergüenza pedir en el restaurante que le envuelvan lo que dejó, pero es una costumbre muy afianzada en otros lugares. El beneficio es doble, porque podés comértelo después en casa o dárselo a tu mascota, pero también es un peso menos para el restaurante que tendrá que tirarlo sí o sí.
8
Lo que otros pueden aprovechar
El Banco de Alimentos es una fundación internacional que reúne comida que por diversas razones sería descartada para su redistribución. Sólo en México, según datos de la FAO, en 2013 rescató 56.000 toneladas de alimentos. Aquí en Tucumán también funciona y recibe alimentos (no preparados), frutas y verduras. Más información en http://www.bancodealimentostuc.org.ar/
9
Compostaje
Es la transformación de la materia orgánica en abono natural. Se lo puede hacer en un tacho o directamente en la tierra. En principio se puede compostar todo tipo de residuo orgánico, menos la cáscara de limón, restos de carne, de lácteos y el papel de tinta de color. De cada 100 kg de basura orgánica se obtienen 30 kg de compost que después se pueden usar en las macetas, en el jardín o para tierra fértil. Aquí va una guía de cómo hacer compost (http://www.labioguia.com/elaboracion-de-compost-casero/).
10
Maduro y machucado: ¿está malo?
Deberíamos saber que las verduras perfectas, rozagantes, con brillo y color uniforme no son lo habitual. A fuerza de agroquímicos (herbicidas y plaguicidas) y técnicas de modificación genética hoy las verduras tienen un aspecto casi perfecto. Es por eso que cuando les encontramos algún machucado (posiblemente generado por un poco de oxidación) consideramos que ya están feas y listas para ir al fondo de la basura. No es así, lo correcto sería descartar esa partecita y aprovechar el resto. En el caso de las frutas pueden ir muy bien en un licuado.