No es una novedad, pero en este torneo Atlético debe viajar. Y mucho. Viajó 12 horas en colectivo para llegar el viernes a Paraná y jugar el sábado contra el otro Atlético. Viajó otras 12 para volver a Tucumán y prepararse para... Sí. Otra excursión.
El próximo compromiso será el sábado a las 16 contra Guillermo Brown, en Puerto Madryn, y pese a que allí finalizará la minigira que empezó el jueves, en el horizonte esperan horas y horas de ruta. Ya sea en el aire y con las nubes de testigo o por tierra y con los paisajes contemplando al “deca”.
Sabido es que el sábado visita a Guillermo Brown y pese a que viajará en avión, le tomará dos días llegar a destino. “Obviamente no es lo mismo jugar de local que de visitante y viajar 12, 16 y hasta 18 horas antes de disputar un partido”, esgrime un cansado Cristian Lucchetti.
Nada de esto incluye los problemas que puede encontrar el equipo de Juan Manuel Azconzábal en las rutas argentinas. Para llegar a Mendoza, la primera de las provincias que visitó, Atlético tuvo que demorarse un par de horas mas de lo habitual debido a los destrozos que sufrieron los caminos tras la lluvia en Cuyo. Algo que en Tucumán también deberá contemplarse.
Y si para pisar la Patagonia Atlético deberá realizar una combinación de aviones, para ir a Tandil por la fecha 8 condensará dos tipos diferentes de transporte: las correspondientes dos horas hasta Buenos Aires y las cinco que unen el aeropuerto Jorge Newbery con la cancha de Santamarina.
En la 9 descansará sus cervicales y jugará en el Monumental pero en la 10 visitará a Guaraní Antonio Franco en Misiones. 18 largas horas que en el torneo pasado recorrió sólo de vuelta, ya que de ida fue en avión desde Buenos Aires. El siguiente partido de visita lo traerá de vuelta a Entre Ríos, pero esta vez a Gualeguaychú, es decir, tres horas mas de las 12 que trasuntó en el viaje del pasado fin de semana. Quizás se trata de otro castigo que viene añadido al de no estar jugando en Primera tras la frustración del año pasado. En la máxima categoría del fútbol argentino, 23 equipos de los 30 residen en Buenos Aires y alrededores, donde Atlético accede en dos horas en avión. En la actual B Nacional, visitar a 15 de 22 conjuntos implica traslados por tierra y la mayoría, extensos.
“¿Te imaginas todos los viajes que habrá que organizar?”, renegaba un dirigente a fines del año pasado cuando Atlético desperdiciara esa chance única.
“Es lo que nos toca, pero estamos mentalizados y preparados. Ojalá que saquemos buenos resultados después de viajes tan largos”, sostiene Lucchetti.
Y por si fuera poco, con tantos ascendidos, el desconocimiento de esos rivales que esperan lejos de Tucumán, como lo fue Atlético Paraná, también es algo que se cruza por la mente de los viajeros “decanos”. “Son canchas que no conocemos y la incertidumbre sobre con qué nos vamos a encontrar está. Hablo de las condiciones del estadio y las de los propios jugadores”, explicó “Laucha”.
Así las cosas, parece realmente una piedra que deberá cargar este año Atlético, y pensando que podría haberla evitado. Ahora deberá intentar que no se le caiga y así estropee el largo camino que queda por recorrer.