Según informaciones de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, Tucumán perdió 22.171 hectáreas por desmonte entre 1998 y 2002. Entre 2006 y 2011, según datos de la Unidad de Manejo del Sistema de Evaluación Forestal de la Dirección de Bosques de la Nación, se desmontaron en la provincia otras 25.333 hectáreas de bosques nativos, bosques en galería, bosques bajos, bosques abiertos y arbustales. El informe consigna que los departamentos más castigados fueron Graneros (12.110 ha), La Cocha (4.900 ha), Burruyacu (2.744 ha), Simoca (2.246 ha) y Cruz Alta (958) entre otros. ¿Qué representa esa deforestación para la regulación del agua por precipitaciones? En un bosque intacto, la evapotranspiración (esto es evaporación del suelo más la transpiración propia de los árboles) es entre un 60 y 70 % del agua llega por precipitaciones. Además la planta toma aproximadamente un 16 % para sus procesos fisiológicos y otra parte (entre el 0,5 y 1 %) va a fluir por el suelo (escorrentía). Para entendernos mejor: si caen 100 litros en un metro cuadrado de suelo con bosque intacto, entre 60 y 70 litros volverán a la atmósfera (evapotranspiración), 16 litros tomará la planta y entre medio y un litro fluirá por el suelo. Pero si el bosque es eliminado todos estos porcentajes desaparecen y el total del agua caída se deslizará por el suelo, arrastrando sedimentos, restos de vegetación, suelos fértiles y lodo, llegando a ríos y arroyos en un tiempo acelerado y provocando lo que todos conocemos y estamos sufriendo. Estas cifras, que pueden parecer bajas, adquieren su verdadera dimensión cuando pensamos en los miles de árboles que existen en nuestro pedemonte y en los bosques que aún quedan. También debe decirse con todas las letras que los bosques que quedan en Tucumán son bosques empobrecidos -repito, empobrecidos-, pues la tala selectiva que se practicó durante años eliminó las especies más valiosas. Hoy se dice que son los bosques mejor protegidos de la región y esto no es así. Son bosques empobrecidos, que no pueden cumplir acabadamente con su función de regulador hídrico y en su reemplazo han aparecido especies invasoras que no cumplen la misma función. Visitar Tafí del Valle o San Javier con ojos atentos confirma lo que se dice.
Si bien es cierto que las inundaciones pueden ser explicadas por la conjunción de muchos factores como lluvias excepcionales, ecosistemas alterados por la mano del hombre, arrastre de sedimentos de la montaña hacia arroyos y ríos que terminan levantando el cauce, asentamientos y barrios donde no deberían estar, obra pública planificada para otras condiciones climáticas, falta de mantenimiento de las obras, eliminación del bosque protector en las márgenes de ríos, uso irracional de los áridos en zonas cercanas a puentes, etcétera, también es cierto que no se puede negar a ninguno de ellos pues se trata de un fenómeno complejo que requiere poca pasión y más análisis técnico de muchos especialistas. En algunas publicaciones se trata de negar el efecto de la tala o desmonte: esto es querer tapar el sol con el dedo.
Más allá de la importancia de la vegetación como regulador hídrico, también está el hecho de que con la eliminación de vegetación se desatan otros fenómenos: los suelos pierden estabilidad, ya que se pierde el soporte que hacen las raíces; las gotas de agua generan erosión que se traduce en generación de sedimentos que van a arroyos y ríos. Además se pierde el efecto de freno de las gotas que hace la copa de los árboles con lo que las mismas se convierten en proyectiles que impactan directamente sobre el suelo, generando más sedimentos. Los suelos pierden porosidad y por lo tanto la infiltración del agua es muy difícil. Se pierde el fenómeno de la transpiración que hacen las hojas cada día, cada segundo durante todo el año. En suma, con la deforestación estamos contribuyendo poderosamente a que se potencien los efectos de las inundaciones. Es un elemento que no debe ser minimizado.
Si la deforestación no tiene efectos, o se la minimiza, entonces habría que eliminar todo el bosque remanente en la Sierra de San Javier y en el Morro de Yerba Huasi (Lules), generar espacios para agricultura y ganadería, abrir nuevas rutas y caminos, dar paso a nuevos emprendimientos inmobiliarios, total nada va a suceder. ¿Alguien se animará a tomar esta decisión y hacer pública su responsabilidad por lo que pudiera suceder?