Charcos, barro y narices mojadas... Desde hace días la imagen es la misma en cada entrenamiento de San Martín, cuando el equipo debe trasladarse a las canchas de básquet para realizar parte de su trabajo. Pero ayer Darío Tempesta dijo basta y, condicionado por la lluvia que no dio tregua, mandó a su equipo a un complejo de canchas de fútbol 5 ubicado en calle San Martín al 2.900.
“Nosotros tuvimos la suerte de hacer una muy buena pretemporada y en lo conceptual sí trabajamos. Pero es una desgracia que hace un mes estemos bajo el agua, lo que no nos permite meternos en campo”, sostuvo el entrenador, lamentando los contratiempos que obviamente le suceden a todos los equipos de la región. “El tiempo nos tiene a todos muy condicionados y por eso se ven partidos malos, chatos, feos o con imprecisiones. Se nota que a todos nos falta algo y en nuestro caso, aunque lo hacemos a cuentagotas, eso es trabajo de campo”.
Su plan de emergencia ayer lo llevó a las canchas de F5 donde, pese a todo, el DT quedó conforme. “Hay que darle gracias a Dios porque terminamos muy bien. Fue un trabajo intenso y dinámico, dentro de lo no conveniente”, sostuvo Tempesta aclarando que no es lo ideal repetir este tipo de prácticas. “A mí no me gusta trabajar en cancha sintética. No tiene nada que ver con lo que uno quiere mostrar el fin de semana. Pero lo tuvimos que hacer porque ya la lluvia era mucha y estamos en una etapa en donde no podemos perder los miércoles y jueves; los días más importantes de trabajo”, entendió el entrenador, justificando que su San Martín se encuentra en una etapa en la que necesita velocidad y que el jugador se desprenda rápido de la pelota.
Se busca lo mejor
“Lo que hicimos son trabajos que sólo podés hacer cada tanto. No es bueno trabajar en el reducido muy seguido porque son pisos duros. Algunos llegan a tener complicaciones o molestias. Lo que hicimos sirvió, pero no es lo que quiero”, siguió Tempesta, aclarando que lo que necesita sólo se consigue en la cancha.
Es justamente en ese último punto que el DT menciona riesgos que no está interesado en correr: “si yo meto a los jugadores más de 20 o 25 minutos en una cancha pesada y blanda puedo cargar el aductor, el isquiotibial u obligarlos a realizar una fuerza que los enlentece más”, sostuvo. Entonces, si una cancha de césped sintético no es lo ideal y tampoco lo es trabajar en la cancha del Complejo Mirkin azotada por las lluvias, ¿cómo seguir? “De acuerdo a cómo esté el clima (hoy) trabajaremos de 20 a 40 minutos en el Complejo. En estos casos uno puede o pasarse o quedarse corto con el entrenamiento y eso, que es malo, se va notando después... Todo es muy complejo, pero tratamos de hacer lo mejor para estar lo menos perjudicados posible”, dijo. El plan de Tempesta apunta a calibrar los tiempos de trabajo, y esperar a que el sol salga y haga su parte.