A menos de cinco meses para las elecciones provinciales, Tucumán expone un escenario electoral competitivo y con final abierto entre los candidatos a reemplazar a José Alperovich. El estado de la opinión pública tucumana muestra algunas coincidencias interesantes con la situación nacional, matizadas naturalmente por los elementos propios de la dinámica política vernácula.
Tras 12 años de gobierno ininterrumpidos, la figura de José Alperovich ha comenzado a mostrar flancos débiles. Problemas de gestión, denuncias de corrupción, declaraciones desafortunadas y el lógico desgaste de más de una década de poder, posicionan al alperovichismo en una situación de relativa debilidad frente a los escenarios de 2007 y 2011, cuando el gobernador fue reelecto con un promedio de 74% de los votos.
Pese a ello, un nada despreciable 50% de la sociedad aprueba la gestión de Alperovich al frente de la Gobernación. Las similitudes entre Alperovich y Cristina Kirchner son obvias. Ninguno de los dos tiene posibilidad de ser reelecto, ambos experimentan un natural proceso de deterioro político tras muchos años de gobierno pero, y pese a ello, conservan un capital político suficiente para plantear una disputa electoral competitiva por su sucesión.
Como Scioli, Macri y Massa a nivel nacional, también en Tucumán hay una triada de candidatos que monopolizan las tendencias de opinión pública.
Juan Manzur, el elegido para intentar mantener el dominio del PJ en la Provincia, tiene una imagen positiva de 41% y una intención de voto de alrededor del 25%. Pese a esta situación de relativa debilidad del oficialismo, es lógico pensar que Manzur va a consolidarse a medida que avance la campaña, se afiance su instalación pública, y logre beneficiarse de la transferencia de votos que sin dudas intentará propiciar Alperovich.
José Cano concentra el voto opositor al oficialismo local y ha estado creciendo en conocimiento e imagen entre los sectores independientes. Es hoy por hoy el candidato mejor instalado. Tiene un imagen positiva del 56%, cuenta con el apoyo nacional de Massa y Macri, hizo una muy buena elección en 2013 y, además, lidera las encuestas de intención de voto con más de un 30% de adhesiones.
Domingo Amaya tiene una imagen positiva del 54% y una buena intención de voto, especialmente en la Capital. El desafío para Amaya es que la dinámica de la campana provincial tienda a polarizarse entre quienes quieren la continuidad y quienes quieren un cambio, diluyendo la posición intermedia que hoy ocupa. Pese a ello, el rol de Amaya es clave para la compulsa entre Manzur y Cano, porque con su apoyo podría volcar la balanza.
Los tres candidatos enfrentan sus propios dilemas y desafíos, en un escenario altamente competitivo. Manzur aspira a consolidar su posicionamiento como el representante y heredero del alperovichismo para beneficiarse de los altos niveles de apoyo que aún conserva el Gobierno, sobre todo en los sectores populares. Cano apunta a consolidarse como la única alternativa opositora competitiva a un régimen que, durante muchos años, pareció monolítico e invencible. Amaya, como le sucede a Massa a nivel nacional, enfrenta el desafío de no verse desplazado de la contienda por la radicalización de las posiciones entre quienes postulan el cambio representado y quienes defienden la continuidad.
Los tucumano elegirán quién será su nuevo líder durante el Bicentenario de la Independencia. Como no sucede desde hace tiempo, la lucha por la gobernación promete ser competitiva y con final abierto. Los pueblos son dueños de sus propios destinos.