Cuando las partes en conflicto no llegan a un acuerdo, el inconformismo de una de ellas se exterioriza a través de una protesta callejera y en un caso extremo, de una huelga. Si esta última se concreta finalmente, se debe, entre otras, a que ya no hay diálogo y ha prevalecido la intransigencia o la actitud de no estar dispuesto negociar o a ceder.
El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner soportará hoy el cuarto paro general. El principal motivo de la medida de fuerza es la modificación del controvertido impuesto a las Ganancias. La regional local de la Confederación General del Trabajo agregó a este reclamo la queja por la inflación, la desnutrición, el trabajo en “negro”, la inseguridad, el incremento del salario mínimo, vital y móvil, el 82% móvil para los jubilados y la generación de empleo genuino, según expresó en un comunicado.
La paralización del transporte impactará en la actividad laboral y económica, así como en la atención en hospitales. El Gobierno sostuvo que ese tributo “está muy bien” en el nivel actual, mientras que los gremialistas adelantaron que el paro será contundente y adelantaron que podría haber medidas de fuerza de 36 horas.
El ministro de Economía dijo que Ganancias afecta a “entre 6 a 8%” de los trabajadores asalariados y agregó que irán a la huelga los trabajadores que más ganan. “Los motivos del paro son otros” y acotó que “el reclamo se basa en un engaño fomentado por un sector de la prensa que dice: ‘Todos los trabajadores están mal porque se les cobra impuesto a las Ganancias’”.
Al defender el cuestionado tributo, Axel Kicillof afirmó que hay gente que tiene salarios más elevados y hace una contribución a los que tienen “la desgracia de ser los más vulnerables”. Aseveró que esos recursos “no van al Estado, sino que se destinan a sostener la política de Estado”. Dijo que “no puede ser la causa central de un paro un impuesto que lo paga un sector muy pequeño de los trabajadores”, razón por la cual aquellos que quienes impulsan el paro tendrían que explicar su verdadera naturaleza.
Ya en otra oportunidad se llevó adelante un paro general para pedir la elevación del mínimo no imponible de Ganancias; el 20 de noviembre de 2012 se registró la primera medida. Es evidente la insatisfacción de la ciudadanía afectada por este tributo que recorta el salario y neutraliza los aumentos que se pactan por la reducción del poder adquisitivo como consecuencia de la inflación. De manera que negar esta realidad que padecen los bolsillos de los asalariados -incluidos jubilados-, argumentando que “está bien” que así sea y que un sector de la prensa fomenta “un engaño”, implica no escuchar las voces de los afectados. Por otro lado, una huelga de esta naturaleza ocasiona grandes pérdidas económicas al Estado. Sería importante que en la jornada de hoy no hubiese violencia y que tampoco se coartara la libertad de trabajo y de circulación.
La intransigencia es la peor enemiga del diálogo. No debería caerse de la pulseada de mostrar quién es más fuerte y le dobla el brazo a otro. El gobierno de Alfonsín soportó 13 paros generales. ¿sirvieron de algo? ¿Se lograron los objetivos? ¿Ayudaron a construir la nación o sÓlo sirvieron como una mera demostración de poder? Tanto el Gobierno, como el sindicalismo, deberían tener una actitud de madurez y sentarse a negociar hasta llegar a un acuerdo. Si ello sucediera alguna vez habríamos dado un significativo paso adelante.