ACTÚA HOY
• A las 18.30 y 21 en la carpa del Portal Tucumán (Cariola y Universo), con 2x1 a socios del Club LA GACETA.
Cuando llegó a la televisión, ya hacía 30 años que estaba en el mundo del espectáculo. Es que para Marcos Bicho Gómez, todo comenzó muy pronto, en su condición de cuarta generación de artista de circo. Hasta su apodo le llega de ese entorno: una chimpancé fue su cuidadora y amiga durante su infancia nómade.
Tenía apenas 4 años cuando ya se ganaba los aplausos con las acrobacias en la pista circense familiar en su Córdoba natal, y de allí pasó a la destreza física en el piso y a la cama elástica hasta que descubrió que su mayor talento era hacer reír y se transformó en payaso, aprendió y se desarrolló como tal hasta su llegada a VideoMatch en 1997, su paso consagratorio en 2005 por “Mañanas informales”, con Jorge Guinzburg y Ernestina Pais, y el sonado triunfo en Bailando por un Sueño del año pasado, con Anita Fernández de compañera.
Ahora encabeza el show que lleva su nombre en la gran carpa montada en el shopping Portal Tucumán, en Yerba Buena, donde se presenta con una función los viernes y dos diarias sábados y domingos, con la promoción especial de 2x1 en entradas para los socios del Club LA GACETA.
- ¿En qué consiste la propuesta que encabezás?
- Es la nueva manera de hacer circo, que es el circo teatral del estilo de Cirque du Soleil. Me sumo a la propuesta que ya tiene montada mi primo, quinta generación de cirqueros, y que es muy buena y de calidad, con grandes acróbatas y malabaristas que sorprenden. Nos amalgamamos y unimos muy bien, y yo aporto la diversión, la alegría y las risas en un espectáculo para toda la familia.
- Es un show teatral, montado en una carpa especial.
- La carpa es realmente increíble, llegó desde México y es la más grande de Sudamérica, con capacidad para más de 1.000 personas. No tiene parantes internos, sino sólo tensores por fuera. Es la primera vez que sale de la Capital Federal y elegimos Tucumán. En todo el circo trabajan unas 45 personas y en el show en sí, la mitad.
- Vos viviste el cambio del circo tradicional al nuevo. ¿Extrañás la presencia de animales del viejo sistema?
- Los animales no tienen que estar en el circo, aunque mi padre haya sido el domador de los chimpancés. Lo que extraño son los olores a aserrín, a lluvia, la camaradería, la gran familia donde cualquiera era tu tío y tenía derecho de pegarte una patada en el culo si te ponías en riesgo y te acercabas a la jaula de los leones. Ya dejó de ser el que conocíamos, es más moderno, con sonidos y luces diferentes y hasta un director de la puesta en escena. Todo cambió y para bien, porque el mundo evolucionó y el circo encontró su nuevo lugar, aunque le costó. A la gente le gusta.
- ¿Cuentan una historia en el show?
- Siempre se cuenta una en esta clase de presentaciones. Al sumarme yo, el rol se corre y está más basado en el humorista que la gente va a ver, pero soy uno más del elenco. Cada vez que tengo ganas, voy al circo y despunto el vicio.
- ¿Te costó salir de la pista?
- No, porque el teatro argentino surge del circo criollo, de Pepino el 88 en adelante, y se rozan y cruzan constantemente. Nunca dejé de ser un acróbata, aunque tenga 20 kilos más que antes, porque mi familia viene de esa línea. Pero me terminó atrapando ser el payaso, que es el que tiene la posibilidad de hacer reír y participar al público, que lo espera. A mi clown teatral le aporto la acrobacia y el malabarismo, que se puede ver incluso cuando bailo en lo de Marcelo Tinelli. Hoy, el circo soy yo, y mi pasado me permite distinguirme de los otros.
- ¿Con qué estilo de payaso te identificás?
- Con los grandes maestros argentinos del humor universal, con Alberto Olmedo, José Marrone, Pepe Biondi, Carlitos Balá, que son los que me hicieron reír y con quienes me crié. Y también con los que vi: los payasos alegres, tristes, borrachos, con todos. Cuando salgo a la pista, están todos allí.
- El payaso Mala Onda, muy distinto de todos, marcó un gran momento con Guinzburg.
- Tuvo mucha repercusión, no quería trabajar para los chicos ni levantarse por las mañanas. Rompió el esquema y me identificó mucho en la pantalla, aunque ya venía trabajando mucho desde años antes.
- ¿La televisión es lo que más te gusta hacer?
- No, es lo que te hace un personaje popular a nivel nacional, pero lo que a mí más me gusta es el teatro. Sí pareciera que uno arranca la carrera con Tinelli aunque no sea así. Estoy muy agradecido a él, pero ya tenía un camino recorrido, que incluyó “La banda de la risa” y trabajos con Antonio Gasalla, entre muchos otros.
- ¿El camino es largo y la popularidad es corta?
- No sé. La tomo con mucho respeto y sé que si este año aparecen dos personajes nuevos, ya fue. Apuesto y confío en perdurar, no el estar en un momento.
- Dejaste el circo familiar de pista y te metiste en otro muy diferente, que es el de la televisión. ¿Cómo fue ese cambio?
- Te adaptás y hacés tu camino. La clave es que uno no se traicione. En cada emprendimiento pongo lo mío por sobre todas las cosas. Negocio, pero cuando me siento incómodo doy un paso al costado.
- ¿Vas a estar en la pantalla este año?
- Lo estamos viendo todavía, no hay nada definido. Vengo de un gran año y si todo terminó siendo campeón, está genial.