A principios de los años 60 Walter Keane era uno de los artistas más famosos de EEUU. Pintaba retratos de niños, mujeres y animales de ojos enormes y llenos de tristeza. Su estilo no era del gusto de la mayoría de los críticos de arte porque lo consideraban demasiado kitsch, pero se hizo inmensamente popular, lo que le generó decenas de imitadores y le permitió amasar una fortuna, informó BBC.
Junto a su esposa Margaret, con quien vivía en California, el pintor se codeó con grandes estrellas de Hollywood como Natalie Wood, Joan Crawford, Jerry Lewis o Kim Novak, algunas de las cuales llegaron a pedirle que las retratara. Incluso el propio Andy Warhol alabó el trabajo de Keane, con el argumento de que si era tan exitoso no podía ser tan malo como aseguraban los críticos.
Pero en el ascenso de Keane a la cima del arte para las masas había un problema, que no se conocería sino hasta años después: quien pintaba en realidad no era él sino su esposa, a la que durante cerca de una década mantuvo en casa encerrada, trabajando sin descanso en los cuadros.
La película
“Beettlejuice”, “Batman”, “El joven manos de tijera” (se verá hoy en un ciclo del Ente Cultural de Tucumán), y más acá “Charlie y la fábrica de chocolate”, “Alicia en el país de las maravillas” y “Frankenwinie” son algunos de los antecedentes en la filmografía del director estadounidense Tim Burton, que esta vez eligió salir de los mundos de fantasía y contar la historia real del matrimonio Keane.
La película se llama “Big Eyes” (“Ojos grandes”) y el elenco lo encabezan dos ganadores del Oscar, Amy Adams y Christoph Waltz. El guión es de Scott Alexander y Larry Karaszewski.
La película ha hecho crecer el interés por la vida y obra de Margaret Keane, que a los 87 años sigue pintando y no se cansa de contar el calvario por el que pasó por cuenta de su exmarido, quien falleció arruinado en 2000.