Los viernes por la tarde suelen ser los días más reflexivos en la casa del gobernador. A su alrededor están los “sijosesistas” menos obsecuentes y a los que el mandatario suele escuchar más. Lo curioso fue que alguien lanzó la posibilidad y, por primera vez, el titular del Poder Ejecutivo en retirada dijo hay que pensarlo, “no lo voy a descartar”. Más de un “sijosesista” salió espantado de la residencia y no pudo evitar contar que José Alperovich está analizando no ser candidato a senador.
¿Qué mosquito raro habrá picado al gobernador para tomar una decisión que implica una notable pérdida de poder? Bajarse al llano, después de 12 años de gestión no es fácil. Pero mientras el gobernador piensa, se pueden hacer algunas elucubraciones. Por un lado, en el oficialismo han empezado a preocuparse porque todos los armados políticos son en contra de Alperovich. José Cano está obsesionado con ganarle una batalla. Domingo Amaya ha dejado en claro que hace rato abandonó el nosotros para hablar de ellos y de su intención de que ellos no estén más en el poder. Las demás fuerzas también exigen un cambio. Paralelamente, el oficialismo ya ha jugado todas sus cartas y tienen los candidatos en la marquesina. “Yo no quiero seguir mostrando mis cartas”, dicen que había dicho hace días el gobernador. Por lo tanto, al plantear la posibilidad de no figurar en la lista de senadores, abre una serie de incógnitas para los estrategas de la oposición.
Los caminos que se bifurcan
Cano es un convencido de que él tiene que ser candidato a senador por el Acuerdo Cívico y siente que enfrentar a Alperovich en esas lides lo fortalece. Tal vez por eso Alperovich diga que podría bajarse sólo con la intención de obligarlo a analizar otra estrategia. A Cano nadie lo va a convencer de que resigne la opción de postularse en la lista a senador del radicalismo. Se siente confiado respecto de sus fuerzas y por lo tanto considera que si él es candidato pueden ganar en las PASO y quedar muy bien posicionado para la elección a gobernador que se hará dos semanas después, el 23 de agosto. No tiene definido quién será la mujer radical que lo acompañará, pero los más cercanos aseguran que Silvia Elías de Pérez sería la elegida. Nadie puede dejar de especular que si Cano se termina sentando en el sillón de Lucas Córdoba el lugar del primer senador suplente es apetecible para las mil y una alianzas que danzan. Esa es una de las ofertas que tiene para el PRO que ya demostró que lo que más le importa es tener diputados y senadores en el Congreso para que protejan a su líder en el hipotético caso de que llegue a presidente. ¿Ese lugar sería para Facundo Garretón? Por ahora todas son hipótesis, pero es difícil de creer que un hombre mimado por Macri no tenga algunos privilegios. Garretón, mientras tanto, tiene más horas de vuelo afuera de la ciudad que tiempo dedicado a los barrios tucumanos. Algo parecido ocurre con Pablo Walter, a quien no le disgustaría un lugar en alguna lista que lo haga regresar al Congreso.
Mientras los del PRO viven un debate permanente y un estado de confusión donde los intereses de los porteños chocan con los de los tucumanos, Cano sigue convencido de que necesita la pata peronista para llegar. Le dieron la razón las PASO de Salta y hoy, después de los comicios en Santa Fe y en Mendoza, seguramente los dirigentes del PRO le van a hacer algunos planteos.
¿Domingo Amaya es la mejor pata peronista? Cano no está convencido. Pero si llega a serlo, los massistas pondrán el grito en el cielo. Sergio Massa imagina a José Carbonell muy cerca de Cano y Sergio Rez Massud alguna vez se imaginó que su vínculo con el candidato presidencial podría darle una banca en el Congreso. Cano mira para otro lado y dejar pasar el tiempo. Incluso no atiende algunos teléfonos. Confía en que los relojes jueguen a su favor. En su cabeza dos empresarios cinchan. Santiago Colombres Garmendia le ha organizado cuanta reunión ha hecho falta para que el PRO termine acordando con el radical. Por otra parte, Emilio Luque parece Mirtha Legrand organizando almuerzos en los que puedan coincidir Cano con Amaya. En la Federación Económica de Tucumán más de un miembro prende el televisor con la ilusión de ver con nitidez estos almuerzos.
Amaya finalmente se lanzó. En sus visitas al interior suele repetir que la vida le quitó un hermano, pero le dio otro. Hace referencia a Germán Alfaro con quien hoy constituyen un bloque político blindado. El intendente tiene sobre su mesa varias incógnitas para despejar. 1) Resolver si irá atado a la suerte de Randazzo o no. La derrota en las PASO ante Scioli podría dejar muy mal parado a Amaya. 2) La sociedad con Cano, ¿le conviene? 3) ¿Está dispuesto a ser vice de Cano? 4) ¿Tiene margen para resignar la postulación de Alfaro a la intendencia de Capital? Mientras busca estas respuestas, Amaya le dispara a Alperovich. Sabe que es su rival, está seguro de que quiere mostrarse separado de él y por último, todos los demás rivales pueden ser potenciales socios, por lo tanto no puede gastar cartuchos en ellos. A diferencia del PRO, los resultados de Salta donde el peronismo mostró poder fortalecen al intendente de Capital.
Las dos caras de la Justicia
Contrariamente a lo que suele ocurrir en tiempos electorales, la política pasó a segundo plano esta semana. En el centro de la escena estuvo la Justicia. Tuvo su rostro sonriente y victorioso al recibir el fallo de la Corte Suprema de la Nación que avala la resolución tomada oportunamente para que, de una vez por todas, se pusiera en funcionamiento el Consejo Asesor de la Magistratura. Fue el mismísimo día en el que el presidente del alto tribunal, Ricardo Lorenzetti estuvo en Tucumán recomendando que había que cuidar a la Corte. En aquel fallo los vocales de la Nación pusieron especial énfasis en la importancia de que cualquier ciudadano estaba facultado a defender la Constitución y, por lo tanto, a realizar cualquier planteo si sentía que se estaba afectando algún derecho. Toda una lección para esta sociedad que a diario es espectadora de avasallamientos, de presiones y de privilegios que llegan desde el poder o desde las instituciones y eligen mirar para otro lado.
Pero el rostro triste de la Justicia asomó con las increíbles diferencias que se desataron entre el Ministerio Fiscal y la Corte. A raíz de las denuncias del Colegio de Abogados por un supuesto irregular funcionamiento de algunas fiscalías, el presidente de la Corte, Antonio Gandur, ordenó una auditoría. El ministro fiscal sostiene que esa facultad de investigar las fiscalías le corresponde a su ministerio fiscal. Gandur se apoya en la Constitución y Edmundo Jiménez en una ley que se hizo después de su llegada a ese ministerio. Esta tensión derivó incluso en la triste decisión de no prestar los expedientes que se cuestionan al auditor que nombró Gandur. Un verdadero escándalo y una desobediencia innecesaria cuando lo que se busca siempre es que el ciudadano pueda confiar en el poder Judicial que debe ser y mostrarse más transparente que el agua.
Si Jiménez se abrogaba esa facultad para sí, no debería haber esperado que Gandur iniciase la auditoría. De esa manera, hubiera evitado un enfrentamiento público. Tal vez también Jiménez debiera excusarse de intervenir en esa pulseada ya que en uno de los expedientes que cuestiona el Colegio de Abogados tienen intervención parientes directos del ministro fiscal.
Durante la semana Jiménez y Gandur estuvieron cara a cara más de una vez y no pudieron darle cauce a esta cuestión que los enfrenta.
La denuncia del Colegio de Abogados abre una herida profunda en el funcionamiento de la Justicia provincial que va a llevar mucho tiempo cicatrizar, si es que tiene cura y si finalmente, lo que se busca es cuidar a la Justicia, como aconseja Lorenzetti.