El gobernador de Tucumán, José Alperovich, junto a su esposa, la senadora Beatriz Rojkés, participó esta mañana del Tedeum por el Día de la Independencia que ofició el arzobispo Horacio Zecca. Ante la ausencia de la presidenta Cristina Fernández de KIrchner, que llegará a Tucumán alrededor de las 14, el mandatario tucumano estuvo al frente de la comitiva gubernamental en el tradicional rito religioso católico por la celebración del 9 de Julio.
En la ceremonia que se realizó en la Catedral estuvo el gabinete provincial en pleno, legisladores provinciales, miembros del Poder Judicial -aunque no de la Corte Suprema de Justicia- intendentes municipales, autoridades militares, entre otras.
Durante la homilía, Zecca expresó la postura oficial de la Iglesia en contra de los protocolos para casos de aborto y de fertilización asistida que impulsa el Gobierno nacional y que se aplican en las provincias. "Son absolutamente inaceptables porque violan el elemental derecho a la vida y a seguir la propia conciencia avasallando, además, las legítimas autonomías provinciales. Confío en que nuestros legisladores sabrán defender los derechos de los tucumanos oponiéndose a estos intentos", expresó.
En otro pasaje de su mensaje, el arzobispo tucumano sostuvo: "vemos que se sancionan leyes de dudosa legitimidad jurídica, basadas en un positivismo inaceptable; se articulan políticas públicas que ignoran elementales derechos humanos; se ataca impunemente a la Iglesia y se vulneran sus derechos y, hasta en algunos medios de comunicación social, se la agrede injustamente, ridiculizando valores religiosos y a quienes los profesan. No se persigue abiertamente, pero se intimida, no se respeta el derecho de actuar conforme a la propia conciencia y, con ello mismo, se va creando un ambiente de temor en el que ya no es posible confesar abiertamente la fe y actuar en consecuencia. Esto en una sociedad que se dice democrática y pluralista. Me pregunto ¿de qué pluralismo y democracia se habla? ¿De la de un discurso único y excluyente que convierte automáticamente en enemigo al que con todo derecho discrepa?".
"De repente, en un par de décadas, los cristianos nos topamos con esta realidad que nos golpea y nos duele, pero que, a la vez, despierta nuestra conciencia de que estamos en una época en que hay que vivir una “fe martirial”. Nos estamos habituando a soportar, por parte de algunos grupos de poder y de pensamiento, la indiferencia, la oposición, la persecución y el desprecio. Esta purificación nos viene bien. Pero hay que reaccionar, con espíritu de diálogo y actitud pacífica, pero con decisión. La fe debe ser coherente con la conducta aunque ello signifique remar contra corriente. Siempre seremos signo de contradicción si somos realmente fieles al Evangelio. En este sentido hemos de hacer una sincera autocrítica e interrogarnos acerca de la verdad de nuestro compromiso cristiano y, sobre todo, del testimonio que damos", agregó el arzobispo.