Y el día, que tenía incógnitas, fue perfecto. Los números muestran victoria parcial de Argentina 2-0 sobre Serbia, tras los triunfos de Leonardo Mayer contra Filip Krajinovic (6-4, 6-2 y 6-3) y de Federico Delbonis ante Victor Troicki (2-6, 2-6, 6-4, 6-4 y 6-2). Y las sensaciones muestran que puede haber sido un viernes de nocaut para los visitantes. Basta recordar el festejo grupal después del segundo punto y poner en contraste el andar con mirada al piso con el que el líder serbio anduvo sus metros de salida del estadio cubierto de Tecnópolis. No era para menos.
A sabiendas de su rol determinante por la ausencia de Novak Djokovic, comenzó decidido a nivelar la serie hasta tomar ventaja de dos sets. Entonces, todo cambió. De repente, el partido pasó a ser cerrado y parejo, aunque en esa paridad siempre el azuleño pareció tener la mejor carta. Mejoró el saque, se adelantó en la cancha, subió su agresividad y acertó.
Los números reflejaron el cambio y el publicó jugó su papel. Primero se convenció de que el partido tenía sentido. Luego, enloqueció cuando se llegó al quinto set.
En ese momento, todo lo que venía ocurriendo se profundizó: el dominador dominó más aún y el dominado se entregó con una desconcertante pasividad anímica. El 6-2 final, que marcó uno de los momentos más salientes de la carrera de Federico, fue el fiel reflejo de lo que se vio en la cancha.
La euforia de la gente vino a completar las inmejorables sensaciones que había dejado Mayer en el primer punto. Lo destacable de ese partido sin equivalencias, más allá de golpes o números, fue la comodidad con la que el correntino exhibió su rol de jugador determinante. De repetir esa autoridad, cuesta imaginarlo vencido en el fin de semana, sea en el single de domingo o en una eventual presencia en el doble de hoy.