La misma madrugada del lunes, cuando el escrutinio provisorio le anunciaba que se imponía, Mariano Campero quería recorrer Yerba Buena para abrazar y agradecer a todos sus votantes. La palabra gracias se gasta en su boca, de tanto repetirla. “Después del acompañamiento masivo que tuvimos el 23 siento un profundo agradecimiento; esto fue desde el llano”, dijo.
Se pone serio y se encolumna detrás de los principales dirigentes del Acuerdo para el Bicentenario (ApB), espacio político por el cual resultó electo. Los integrantes de la fórmula gubernamental de esa alianza, el diputado José Cano y el intendente de la capital, Domingo Amaya, vienen sosteniendo que los comicios fueron fraudulentos, piden la nulidad de la elección para la categoría de gobernador y de vicegobernador, y la consecuente nueva votación. A criterio de Campero, no resulta un capricho pedir que se anule sólo lo que respecta a esa categoría. “Es la única donde asoman diferencias entre los números que consignan nuestras planillas y los que se difundieron durante el escrutinio provisorio; la discrepancia es fuerte”, afirmó.
¿Qué haría si la Junta Electoral Provincial resuelve llamar a nuevas elecciones, pero para todas las categorías, incluida la de intendente?, le preguntó LA GACETA. Campero no le esquivó al bulto: “hace tiempo me vengo sometiendo a elecciones, y no creo que la del domingo haya sido la última vez; y si me tengo que someter otra vez, no tengo problemas”.
Relación con el PE
Durante los últimos años -en especial, durante el kirchnerismo- sonó fuerte la crítica hacia la relación que se plantea entre los distintos poderes; tanto de la Nación a las provincias, como de estas a los municipios. El cuestionamiento se sintetiza en que un distrito resulta más favorecido mientras mejor se encolumne al poder de arriba. A criterio de Campero, eso ya no irá más. “El panorama político cambiará; la relación debe ser de intendente a gobernador. Y si el próximo mandatario no me llama, lo llamaré yo; porque acá hay cuestiones institucionales, que deben estar muy por encima cualquier tipo pretensión personal”, dijo. A su criterio, debe darse un diálogo permanente entre la Provincia y la Ciudad. “Yo no iré al gobernador a pedirle trabajo o a manguearlo, y no seré un intendente que me arrodille, no es mi forma de ser. Cuando me junte con el gobernador quisiera que me acompañen los medios. Y si el gobernador pide que uno se arrodille, la prensa debe denunciarlo”, señaló.
Aunque porfía en la necesidad del diálogo, advierte que sabe pelear: “si me quieren confrontar, no tengo ningún problema en seguir esa línea”.