No es una exaltación del pasado, pero sí una concesión a la nostalgia, un paseo por décadas ya pisadas a bordo de la palabra. De la palabra de Dady Brieva, que dice aunar en sus monólogos los recuerdos personales con la experiencia laboral. “Durante casi dos horas me convierto en un contador de historias de un tiempo del que no quedan registros. Los de mi generación tenemos pocas posibilidades de reencontrarnos con fotos que se han perdido o de tener audios o filmaciones de la época. Los registros gráficos o auditivos son pocos o de baja calidad. Si mis hijos ponen mi nombre en YouTube me van a recordar por siempre, pero yo no tengo un puto recuerdo de la voz de mi papá, por ejemplo”, reflexiona el humorista al hablar de “Dadyman, recuerdos de barrio”, el show que trae por segunda vez a Tucumán.

- ¿Todo tiempo pasado fue mejor?

- No, de ninguna manera. No volvería el tiempo atrás. Creo que hay un montón de cosas que han optimizado la vida: las vacunas, los remedios, un mayor acceso a la educación... Pero hay otras que se han barateado mucho, como el contacto entre las personas. Las redes sociales han barateado la comunicación, que ya no es tan profunda y se centra en los títulos. La gente lee los títulos y no piensa en qué quiso decir el autor; opinamos de Grecia viendo sólo el título. Antes había más silencio en las charlas de los clubes de barrio, porque el que no sabía no hablaba. Ahora hablamos todos, todos opinamos de todo y todos somos protagonistas.

- ¿Te incluís en esa crítica?

- Sí, lógico. Yo soy el más bruto de los brutos, también entro en eso. Por ahí me da bronca y por ahí me avergüenzo. Por supuesto, mis titulares levantan mucho más que los de mi tía Porota. Trato de ser lo más respetuoso posible, pero si la pifio me hago cargo y pido disculpas.

- ¿Sentís que la radio es tu lugar dentro de los medios?

- Me gusta mucho porque me permite hablar todos los días de cosas distintas, hacer catarsis y jugar y dialogar con mis periodistas, que están recontra preparados; yo soy un bastonero energético que comanda todo eso. Sí, creo que es mi lugar, una novia que descubrí de grande. La radio es el medio de servicio: informa, acompaña, alienta. La televisión es más fría, distante. Hay gente fiel al dial o a un conductor durante 20 o 30 años y ni el más popular de los programas de TV tiene 20 o 30 años de un público fiel.

- Desde tu rol de entrevistador en “Dady TV” (CN23) has logrado declaraciones inéditas, ¿cómo pensás esos diálogos?

- Mi estrategia es la no estrategia. Como no tengo que demostrar que soy periodista, porque no lo soy ni lo quiero ser, me dedico a charlar. No busco títulos, eso me parece muy pan para hoy y hambre para mañana. Me encanta charlar con las personas, que se relajen y se sientan bien. Si me van a decir títulos que rebotarán por todos lados pero harán que el tipo se quede mal, prefiero que no lo digan. Por ejemplo, no me interesa saber qué hará un candidato si gana las elecciones, pero sí si duerme la siesta, si añora pasar la Navidad o el Año Nuevo con los padres. Me proyecto en cosas que tienen que ver más con mambos míos que con la agenda de los medios.

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