El sol no había terminado de aparecer el 19 de noviembre, y en el pasaje Manuela Pedraza al 300, un joven de 26 años, pedía a los gritos auxilio. “Me han punteao”, decía casi sin aliento. A los pocos minutos, el joven murió antes de recibir atención médica.
Los policías descubrieron al llegar al lugar que era el sospecho al que estaban persiguiendo. Un joven lo había acusado de ingresar a su domicilio por una ventana y de haberle robado $ 1.000.
Las fuentes contaron que el presunto ladrón empezó a correr por un pasillo de esa vivienda, pero que al final se encontró con un portón cerrado que le impedía salir. Desesperado por escapar, el intruso trepó por la tapia, aparentemente perdió el equilibrio y se desplomó sobre la vereda.
Al revisarlo, los médicos advirtieron que el fallecido tenía una puñalada en la espalda, a la altura del pulmón izquierdo. Fuentes del caso precisaron que la herida tenía entre siete y nueve centímetros de ancho, por lo que presumen que habría sido causada por una cuchilla de cocina o de carnicero.
La víctima fue identificada al día siguiente como “Lamparita” y fuentes policiales confirmaron que tenía antecedentes por robo. Su familia aseguró que nunca había cometido un delito.
Desde el día del hecho, la fiscala Adriana Reinoso Cuello está tratando de dar con el autor del crimen, pero no tienen indicio de quién lo hirió.