La salida de Santiago Capurro es un episodio más en una cadena de errores que se han sucedido en la conducción de Las Leonas desde que asumió Aníbal Fernández. A veces los buenos resultados tapan malos procesos, pero en este caso la falta de resultados dejó al descubierto todas las fallas del trabajo con los seleccionados.
La única verdad es la realidad, y la realidad es que de dos años a esta parte se desmanteló un plantel que era top del hockey mundial. No han acertado desde la Confederación Argentina de Hockey (CAH) en este tema. Desde el error inicial de sacarlo a Garraffo han venido a “prueba y error”, pero poniendo parches y no buscando solucionar de fondo.
Los problemas de grupo, de relaciones entre cuerpo técnico y jugadoras, de óptima convivencia y armonía, nunca se solucionaron de Garraffo a esta parte. Fue triste y doloroso ir a competir a un Mundial tan exclusivo como el de Holanda dando esa ventaja de no tener un plantel “pum para arriba”. Llegaron a La Haya mal y se fueron peor, aun con la medalla de bronce colgada.
La convocatoria de Claudia Burkart patentiza el fracaso o, peor aún, la carencia absoluta de un plan de desarrollo de parte de quienes manejan las selecciones. Lo más triste es que da la impresión que no tienen un plan simplemente porque no les interesa tenerlo. Que quede claro que en esta crítica a los procesos de gestión de Las Leonas no se cuestiona a Burkart, ni en su calidad de jugadora ni en sus cualidades personales; sus antecedentes son impecables. Lo que se cuestiona es la falta de un proyecto consistente y honesto de Selección y desarrollo de jugadoras para ir abasteciendo de manera continua el recambio lógico y natural de Las Leonas.
Lo que se cuestiona además es que no se incluya en este proyecto al hockey del interior de manera concreta y se disfrace esta intención de un “Hockey Federal” con esporádicas asistencias de algún entrenador a algún torneo nacional “para ver jugadoras”. Actividades de observación que además son realizadas de manera muy poco formal y sin un esquema de trabajo serio de toma de datos relevantes. Más lucen como actividades “sociales” que de estudio.
El hilo conductor si alguna vez se decide cambiar esta política de abastecerse casi exclusivamente con jugadoras de Buenos Aires o del interior que acepten ir a jugar a clubes de la Asociación de Hockey de Buenos Aires sería algo similar a lo que ha implementado la UAR con los Pladares.
Tras el mismo objetivo de encontrar talentos, también sería bueno que en vez de achicar cada vez más la Liga Nacional de Clubes, la refunden y volvamos a contar con un evento de mayor consistencia y seriedad que el actual despropósito.
La competencia es vital para el desarrollo.