BRASILIA.- La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, anunció la salida de su ministro de Hacienda, Joaquim Levy, en medio de una aguda crisis económica y con perspectiva de al menos dos años de recesión en el país.
Levy será sustituido por un hombre de confianza de la mandataria, el titular de Planificación, Nelson Barbosa. Ambos economistas adhieren a escuelas económicas opuestas. Levy, graduado en la ortodoxa escuela de Chicago, apoya su política económica en el llamado “trípode fiscal”: cambio fluctuante, superávit primario y meta de inflación. Barbosa, vinculado estrechamente al gobernante Partido de los Trabajadores (PT) -aunque no está afiliado- y al ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), es defensor de la llamada “nueva matriz económica”. Se trata de una escuela de economía “desarrollista” que se basa en tasas de interés más bajas, cambio más desvalorizado en relación al dólar y metas fiscales adecuadas a las necesidades económicas, que no se ve obligada a buscar el superávit primario como forma de mantener las finanzas al día. La “nueva matriz económica” ha sembrado polémica desde que comenzó a aplicarse en la última etapa del segundo Gobierno de Lula. Las diferentes visiones respecto a la política económica enfrentaron a Levy y Barbosa desde que asumieron, el 1 de enero, cuando comenzó el segundo Gobierno de Rousseff.
El drástico ajuste fiscal que Levy intentó poner en marcha para sanear la economía fue resistido por el partido de Gobierno y por los movimientos sociales y sindicales que le dan apoyo. Algunos de los principales puntos del ajuste aún no fueron aprobados por el Congreso.
La política de Levy, dueño de una reconocida trayectoria en la banca privada, también fue resistida por Barbosa, por lo que los desacuerdos entre ambos fueron la tónica durante los casi 12 meses que compartieron el Gabinete de Rousseff.
La gota que desbordó el vaso fue la decisión del Gobierno de enviar al Congreso un proyecto de Presupuesto para 2016 que contempla un déficit fiscal equivalente al 0,5 % del Producto Interno Bruto (PBI), en contra de la opinión de Levy.
Un día después de que el proyecto arribara al Congreso, la agencia de calificación de riesgo Fitch le retiró al país el grado de inversión, tal como lo había hecho en septiembre la agencia Standard & Poor’s. La caída de Brasil al grado especulativo por parte de una segunda agencia calificadora precipitó la salida del ministro, llamado “manos de tijera” por su férrea defensa del recorte de gastos como forma de garantizar el superávit fiscal y el equilibrio de las cuentas públicas. Designado para comandar la economía con el rol de fiador del Gobierno de Rousseff ante el mercado financiero, los rumores de su salida, a la postre confirmados, hicieron desplomar a la Bolsa de San Pablo: el índice Bovespa cayó 2,98 %. Levy sale del Gobierno de Rousseff con una aprobación del 10 % de la población, sin haber podido aplicar las medidas que a su entender son indispensables y urgentes para que la economía brasileña salga de la recesión en la que está inmersa y retome la senda del crecimiento. Rousseff agradeció “la dedicación” de Levy, a quien le atribuye haber cumplido “un papel fundamental para enfrentar la crisis económica”. (DPA)