La dimensión de Lionel Messi como futbolista superó hace tiempo el duelo personal con Cristiano Ronaldo para adentrarse en un terreno más elevado: el de encontrar el lugar que le reservará la historia del fútbol.
A los 28 años recibió ayer su quinto Balón de Oro tras un 2015 en el que ganó Liga, Copa y Liga de Campeones europea. Con el Mundial de Clubes, Messi acumula 26 títulos con Barcelona desde que debutó en 2004. En el mismo período, Cristiano, de 30 años, ganó la nada desdeñable cifra de 17 trofeos entre Manchester United y Real Madrid.
En sus siete temporadas en España, el portugués se convirtió en el máximo goleador de la historia del club -superó este año los 323 de Raúl González-, pero su influencia en el juego y su marca en la historia están lejos de la que imprimió Messi, que lleva anotados 430 goles en 503 partidos oficiales con Barcelona.
“Cristiano es un goleador. Nunca será el jugador que pueda crear equipo -advirtió Johan Cruyff-. Messi es mucho más jugador de equipo: da los pases y da muchas asistencias. Aunque haya marcado muchos goles, para mí hay mucha diferencia entre ser un gran jugador y ser un goleador”. Barcelona es el equipo que ha marcado la última década en el mundo. La que la filosofía de juego inoculada por el ex futbolista y ex técnico holandés en el club azulgrana vivió su apogeo.
Frank Rijkaard abrió el camino de la mano de Ronaldinho; Josep Guardiola creó las condiciones naturales en las que desarrollar el talento de toda una generación; Tito Vilanova continuó el trabajo hasta su muerte y, tras el breve interregno de Gerardo Martino, Luis Enrique introdujo variantes que reactivaron al equipo.
Pasaron técnicos, pasaron jugadores, pasaron incluso presidentes, pero el hilo conductor por el que discurrió la corriente del éxito azulgrana nunca se cortó: Messi.
“Messi compite en otro nivel, buscando colocarse esa corona que ostentan los cuatro más grandes de la historia: Alfredo Di Stéfano, Pelé, Cruyff y Diego Maradona”, escribió César Luis Menotti.
Maradona fue un verso suelto, un hombre de talento descomunal que brilló en el Mundial del 86 y enamoró con su zurda y carisma a la ciudad de Nápoles y a toda Argentina, pero tuvo una carrera irregular.
La historia de Messi entronca más con la de los otros tres, que marcaron su época y cambiaron para siempre a su equipo.
Jugador total, Di Stéfano fue el hombre sobre el que Real Madrid construyó la leyenda que le llevó a ser considerado el mejor club del siglo XX. Llevó al club blanco a ganar cinco Copas de Europa seguidas entre 1956 y 1960.
Alrededor de Cruyff, Ajax y la selección holandesa elaboraron una nueva teoría del juego, el fútbol total. Aquel estilo vistoso y solidario llevó al club holandés a encadenar tres títulos europeos entre 1971 y 1973.
Con Pelé, Santos brilló en los 60 con dos Libertadores y dos Intercontinentales. Pero “O Rei” definió sobre todo el jogo bonito de la selección brasileña, con la que fue tres veces campeón mundial.
Ese es el único gran título que le falta a Messi, que perdió la final de 2014. Al Mundial de Rusia concurrirá con 31 años, pero nada parece indicar que sea demasiado tarde.
“Lo de Messi durará hasta que él quiera”, dijo recientemente su actual entrenador. “El hecho de superarse día a día va unido a la personalidad que tiene un número uno mundial y un jugador único e irrepetible”, sostuvo Luis Enrique.