Debido a la intensa tormenta que se desató durante la tarde, unos 30.000 lourdistas tuvieron que esperar algunas horas más de lo previsto para que se celebre la misa en honor a Nuestra Señora de Lourdes. Con paraguas y capas, en medio del barro, los feligreses escucharon la palabra de Dios.

Una vez finalizada la ceremonia, se realizará la escenificación del mensaje que la Virgen transmitió a Benardita, con la que suele terminar la fiesta que se desarrolla en la semana, en San Pedro de Colalao.


Qué pasó en Lourdes

El 11 de febrero de 1858 la Virgen María se le apareció a una niña, Bernardita Soibirous, en la villa francesa de Lourdes, en una gruta a orillas del río Gave. La Virgen se aparece 18 veces a Bernardita, y en esas visitas le enseña que Dios es todo amor y esperanzas plenas para los pecadores. Si escuchan a Dios, ningún pecador está solo ni perdido, por eso el mensaje de la Señora es un llamado a la conversión.

María no eligió a Bernardita por azar. La niña había nacido en 1844 en Lourdes, en una familia de molineros que con la Revolución Industrial quedó en la ruina, perdiendo todo. Desde ese momento, la niña y su familia vivían en la miseria, en un sótano sombrío y húmedo que no hacía más que complicar su delicado estado de salud, porque siempre había padecido asma.

Al los 14 años, Bernardita era aún analfabeta y no había hecho aún la Primera Comunión. Ella vio por primera vez a la Madre a orillas del río mientras buscaba leña. Desde el 11 de febrero, cuando se produjo la primera aparición, la niña acudió 18 veces hasta ese lugar, ahora considerado sagrado. Las visitas se mantuvieron hasta el 16 de julio de 1858. El mensaje de María cambió para siempre la historia de Bernardita, que años más tarde ingresó al convento de las Hijas de la Caridad de Nevers.

El 16 de abril de 1879, a los 35 años, exclamó con emoción: “yo vi a la Virgen. Sí, la vi, la vi. ¡Qué hermosa era!” Y después de unos momentos de silencio, agregó, todavía con más emoción: “ruega Señora por esta pobre pecadora”, y apretando el crucifijo sobre su corazón, falleció. Fue canonizada el 8 de diciembre de 1933 y su cuerpo permanece incorrupto.