Después de cinco años, Atlético y Belgrano volvieron a verse las caras. En realidad, lo hicieron las casacas, ya que de los protagonistas solo Luis Rodríguez, Guillermo Farré y Juan Carlos Olave se reconocieron tras ese 0-2 que encajó el “Decano” en Córdoba por la fecha 31 de la temporada 2010/11 de la B Nacional.
A partir de ese cruce, no se vieron más: el “Pirata” siguió su inevitable camino a la gloria: luego de terminar en los últimos lugares tras la primera rueda de la B Nacional, alcanzó la Promoción, mandó al descenso a River, se mantuvo en Primera, se puso cómodo y hasta se metió en una Copa Sudamericana. Atlético, en cambio, sumó cuatro temporadas e igual cantidad de fracasos, hasta que ascendió siendo campeón el año pasado. Aún así, pese a que no se vieron más y tomaron caminos diferentes, la rivalidad entre ambos sigue latente. No por nada la AFA designó a uno y a otro para reemplazar a San Martín y Talleres y unirlos en uno de los derbis de “la fecha de los clásicos”.
Anoche se enfrentaron en Córdoba y el domingo 8 de mayo lo harán en el Monumental. La medida que prohibe la presencia de público visitante impidió que esa “pica” que existe entre ambos se manifieste explícitamente pero podía sentirse en el ambiente.
Ahora bien, ¿dónde nació la rivalidad? Algunos tienen como la fecha del parto el 7 de marzo de 1984, cuando todavía no se estilaba separar con una valla metálica o un cordón de policías a una hinchada de la otra y en plena tribuna de calle Laprida, un supuesto hincha de Belgrano asesinó de una puñalada a Francisco Pérez, de 23 años e hincha de Atlético. Sin embargo, y pese a que se terminó descubriendo que el agresor era un simpatizante de San Martín encubierto, son varios los ingredientes de la enemistad.
“Fueron varias cosas que fueron colaborando. No sólo eso”, señala Silvio Nava, historiador “decano”, quien de todas maneras piensa que se trata de algo entre hinchadas que entre instituciones. “Con los dirigentes de Belgrano tenemos un excelente trato”, asegura
Otra de las causas que agigantó la rivalidad fue la muerte de Hernán Roque, de tan solo 17 años. Roque era fanático de Talleres y vino a ver a su equipo frente a San Martín, el 18 de abril de 1993. Barras del “Santo” lo ajusticiaron con un arma de fuego. Luego, en 2006, San Martín y la AFA tuvieron que resarcir económicamente a los padres de Roque.
“En ese momento, la hinchada de Atlético se ‘solidarizó’ con la de Talleres y quedaron como ‘amigos’”, recuerda Nava. Nada amistosos eran los recibimientos que se hacían ambos equipos en ambos estadios, durante la década del ‘90. En uno de los partidos, la hinchada de Belgrano, presente en el José Fierro, tuvo que retirarse en el entretiempo por los constantes piedrazos que caían de sus pares “decanos”.
Curioso ver cómo se forman “amistades” y enemistades entre hinchadas. Atlético y Colón, por ejemplo, parecen tener buena relación, así como San Martín con Unión. Un poco por las finales del ascenso en las que se impuso el “Sabalero” y otro poco por un dato no tan conocido. Nava recordó que Agenor Albornoz, primer presidente “decano” también lo fue de la liga santafesina y tuvo que ver en la fundación de Colón.
Como sea, la rivalidad es algo mucho más propio de los hinchas y las desgracias que de las instituciones.