BUENOS AIRES.- La catástrofe de La Bombonera tiene responsables diversos. Algunos quedaron a la vista, con los errores groseros que permitieron los cinco goles con los que Independiente del Valle eliminó a un equipo que soñaba con ganar su séptima Libertadores. Y a otros habrá que buscarlos en el cuerpo técnico y detrás de lo escritorios dirigenciales.
La principal falencia “xeneize” en los últimos años fue una combinación letal de ignorancia futbolera de los dirigentes con autosuficiencia por parte de los distintos entrenadores y cuerpos técnicos que pasaron por el club.
Boca es una institución poderosa. Entonces, habrá que buscar en esa presunta superabundancia los errores de compras absurdas que no le dieron resultados al equipo ni ganancias extraordinarias al club por las ventas.
Para resolver la semifinal perdida ante un equipo entusiasta, mañero y con algunas individualidades más que interesantes, Boca disponía de un mes y medio. Tanto para prepararse en los entrenamientos como para incorporar jugadores. Guillermo Barros Schelotto sobró la situación, avaló cuatro llegadas y utilizó a pleno sólo una de ellas, el correcto volante Fernando Zuqui. Y acá es donde el error fue grave: por el escaso tiempo que había para que un jugador nuevo se adaptara al Mundo Boca, lo ideal era buscar gente experimentada que se pusiera la camiseta, jugara y rindiera sin preámbulos. Nada de eso hicieron los directivos de Boca ni el “Mellizo”. No trajeron una dupla consolidada para el mediocampo, en donde Andrés Cubas volvía de una lesión seria y nadie se había hecho fuerte como su ladero.
Hay jugadores en el fútbol local que rinden muy bien en sus equipos, tal vez sin los carteles luminosos que brillan en las vidrieras del exterior, pero con hambre y ganas de llegar. ¿Tendrá algo malo pagar por jugadores probados en el durísimo fútbol argentino lo mismo o algo más que por jugadores que regresan del exterior?
La respuesta la deben dar los directivos de chequera gorda y poco lúcida, que pareciera no ven partidos ni jugadores de tierra adentro. Y el cuerpo técnico también deberá poner lo suyo, porque de su ojo avizor dependerá que Boca pueda cambiar la historia.
Se abre ahora la posibilidad de una refundación. Y para que ello suceda no deberían fallar los que toman decisiones, tanto con el buzo de entrenamiento puesto como en el escritorio de los que mandan.