RÍO DE JANEIRO.- De niño sentía que no tenía potencia, por lo que su padre, herrero y entrenador, le hizo un agujero a la bocha y la llenó de arena. Pero a los pocos meses era insuficiente y decidieron colocarle una planchuela al palo para hacerlo más pesado. Hoy, Gonzalo Peillat es uno de los ejecutores más letales que hay en el córner corto y una pieza clave del sorprendente hockey argentino. Y gran parte de que Argentina esté por jugar su primera final olímpica en hockey masculino, se explica por Peillat, autor de 10 de los 20 goles “albicelestes” en Río.
El defensor-goleador, de 24 años, brilló con tres goles ante Alemania, el bicampeón olímpico, para abrir el camino a un inolvidable 5-2. Fue una actuación para el recuerdo del lateral, que antes de llegar al descanso, con sus temibles arrastradas, había transformado en gol las tres ocasiones de las que dispuso. “Es un sueño haber jugado de la manera en que jugamos. Tener tres córners y marcar tres goles es algo increíble”, dijo el “2”.
Nacido en una familia en la que se respira hockey -su padre Emilio Peillat fue delantero y entrenador, su madre Laura Berthold era arquera y su novia es la jugadora de la selección Florencia Habif-, Peillat se convirtió en los últimos tiempos en la gran revelación del hockey argentino.
La explosión del “Acha” Peillat -apodado así, sin “H”- llegó en el Mundial del 2014 en La Haya, donde fue el máximo goleador y Argentina comenzó a mostrar de lo que era capaz al alcanzar el tercer puesto. En los dos últimos años fue elegido como el mejor jugador del país, superando incluso a la legendaria Luciana Aymar, y todo indica que en 2016 obtendrá el reconocimiento por tercera vez.
Sus compañeros no dudan: es el mejor ejecutor que hay en el mundo. “Sabemos que él siempre aparece. Le tenemos que dar los córners para que él tire porque él va a hacer goles”, lo elogió el arquero Juan Manuel Vivaldi. Y los números lo avalan. Pese a que no anotó en el debut ante Holanda, Peillat terminó la primera fase con seis goles, a los que añadió un nuevo tanto ante España en cuartos y el “hat-trick” de Alemania.
Hiperexigente, el defensor lloró por las ejecuciones que falló en el empate 4-4 ante Alemania en la fase de grupos. Pero Argentina terminaría clasificando y luego tendría su revancha soñada ante los germanos. “El equipo siempre confió en mí y eso se agradece muchísimo”, afirmó.
Convertido ahora en figura, Peillat no pierde la tranquilidad. Sólo piensa en seguir haciendo historia y lograr el oro con Argentina. Y por más grande que sea la presión, está claro que el palo no le resultará pesado en la final. (DPA).