Kimiko De Freytas Tamura / The New York Times


Hasta que Gran Bretaña votó por salir de la Unión Europea, Philip Levine nunca pensó profundamente en su herencia judía. Pero, en busca de una forma de asegurarse de que podrá seguir trabajando y viviendo en Europa una vez que Gran Bretaña deje el bloque, Levine, de 35 años, decidió hacer lo que algunos judíos, incluyendo sus parientes, pudieran considerar impensable: solicitar la nacionalidad alemana.

Y así lo hizo basándose en una ley alemana de 1949 que se ha usado poco últimamente, y que permite que a cualquiera que los nazis hubieran despojado de la ciudadanía alemana “bajo argumentos políticos, raciales o religiosos” desde el 30 de enero de 1933 al 8 de mayo de 1945, y a sus descendientes, les sea restablecida la ciudadanía. La mayoría de quienes perdieron su ciudadanía durante ese periodo eran judíos, aunque también incluía otras minorías y oponentes políticos.

Levine no es el único. Desde la votación, en junio, la Embajada de Alemania en Londres recibió unas 400 solicitudes de británicos que buscan la ciudadanía alemana bajo la cláusula legal conocida como el artículo 116.

“Cambió el juego”

El interés entre británicos judíos es mayor que nunca, destacó Michael Newman, director ejecutivo de la Asociación de Refugiados Judíos, que dijo que él también estaba considerando solicitar la ciudadanía alemana. La asociación tiene su sede en Londres.

“No recuerdo haber oído de solicitudes anteriores” de la ciudadanía alemana en los 75 años de historia de la asociación, dijo. “Ha hecho falta el Brexit para hacer esto. Cambió el juego”, agregó.

En el caso de Levine, sus abuelos huyeron de Alemania en 1939, al comienzo de la II Guerra Mundial. Guardaron sus documentos, incluyendo viejos pasaportes y visas de entrada a Gran Bretaña, que son necesarios para el proceso de solicitud.

Llegaron a GB alrededor de 70.000 judíos de Alemania, Austria y la ex Checoslovaquia antes de 1939, dijo Newman. Sin embargo, eran vistos con recelo por las autoridades británicas. Muchos fueron detenidos en campos de confinamiento en lugares como la isla de Wight, a menudo junto a alemanes pronazis que también habían decidido reubicarse en Gran Bretaña.

El proceso de solicitar la ciudadanía alemana ha llevado a muchos judíos británicos a enfrentar por primera vez una dolorosa historia familiar. Algunos judíos estadounidenses están atravesando por el mismo proceso, aunque con el incentivo adicional suministrado por el retiro de Gran Bretaña de la Unión Europea.

Levine es un artista, usa la cabeza afeitada como un lienzo para lo que llama ‘cabecismo’, obras de arte enfocadas a generar conciencia de los problemas de salud mental. Creció sintiéndose muy británico, pero ha viajado a lo largo de Europa y tiene muchos amigos alemanes. Sus abuelos evitaban hablar sobre su pasado en la Alemania nazi, y él no preguntaba.

No hace mucho, por primera vez, Levine sostuvo en las manos un pasaporte perteneciente a su abuelo que tenía una gran “J” roja estampada en la portada equivalente a “Jude”, judío en alemán.

Su tía, que guardó el documento, también le mostró una carta del gobierno nazi notificándole a su abuelo que uno de sus nombres se había cambiado para sonar más judío.

En el espacio de dos semanas, conforme Levine formulaba preguntas e indagaba en los archivos familiares, lo que originalmente era una decisión práctica asumió un significado más personal.

“Mi reacción fue ‘deseo fastidiar a los nazis’”, dijo Levine, que pidió a algunos de sus amigos alemanes que tradujeran la carta porque él no habla alemán. Ellos, de igual forma, expresaron indignación en torno a su contenido.

Fue solo entonces que él se dio cuenta cabalmente de su parte en la historia, dijo, y sintió que ahora podía hacer algo al respecto.

Acercamiento

Thomas Harding es otro británico judío que ha solicitado la ciudadanía alemana. “Me siento mucho más cómodo con respecto a Alemania y los alemanes”, dijo. Agregó que cuando Gran Bretaña anunció que saldría de Europa, se había sentido angustiado, como si estuviera perdiendo algo.

Harding es bisnieto de Alfred Alexander, prominente médico de Berlín entre cuyos pacientes estuvieron Albert Einstein y Marlene Dietrich. Y quiere restaurar el hogar de su bisabuelo, que había sido confiscado por los nazis y recientemente devuelto a la familia.

La casa de verano, ubicada en la frontera más occidental de Berlín, en Gross Glienicke, cerca de lo que solía ser un prominente campo de aviación nazi, recibió el estatus de histórica en 2014 y fue convertida en un monumento por la verdad y la reconciliación. Sobre este proyecto Harding escribió en su libro “La casa junto al lago”.

Harding contó que en un primer momento todavía albergaba antagonismo hacia Alemania y los alemanes. Pero a medida que se fue profundizando su relación con los pobladores alemanes, el trabajo en la casa progresó y la amistad floreció. Su actitud hacia Alemania mejoró cuando el país empezó a aceptar a cientos de miles de refugiados sirios. “Me sentí muy agradecido hacia los alemanes, creo que fue valiente, muy difícil, sumamente polémico pero fue la decisión correcta”, dijo.

Condición humana

Harding dijo que se asombra de que la historia sea una repetición incesante. “Esto no es sobre alemanes o judíos o sirios. Esto es una condición humana. Esto va a pasar a todo el tiempo”, afirmó.

Contó que al enterarse de la votación británica para dejar la Unión Europa, él pensó: “De acuerdo, yo realmente no quiero estar separado de Europa”

“Me encanta el hecho de que no esté solicitando la ciudadanía; estoy haciendo que se restablezca mi ciudadanía”, dijo. “Está en la ley elemental del comienzo, cuando Alemania fue creada. Tan solo creo que eso es sumamente poderoso”.