La enseñanza está en el ámbito privado
La formación del artista de teatro musical tiene exigencias especiales, ya que debe reunir actuación, canto y baile. El despliegue en esas disciplinas debe hacerlo en escuelas privadas en todo el país, ya que las formaciones académicas en las universidades nacionales está ausente, alerta Evangelina Sánchez.
“Tanto la danza como el canto no son profundizados y a veces ni abordados en las currículas”, sostiene en diálogo con LA GACETA, sobre la base de su experiencia en Córdoba, donde hay una licenciatura universitaria (“se profundiza más la investigación orientada a un teatro más introspectivo”, dice) y un profesorado provincial.
La docente está dictando talleres de theater dance en las IV Jornadas Nacionales de Teatro Musical, práctica que definió como “un estilo dentro de la danza jazz que toma gran protagonismo y personalidad en el auge de los musicales en los años 70, que requiere en el bailarín no solo la destreza técnica, sino la capacidad de interpretación”, explica.
- ¿En qué se diferencia enseñar a adultos, adolescentes o niños?
- Mayormente, en los tiempos de aprendizaje y en la capacidad de atención sobre todo. Lo que varía es lo que llama la atención o el interés del alumno, lo que me lleva estar siempre atenta a los recursos que utilizo para enseñar. El niño es más atrevido, curioso, se entrega con menos prejuicios y miedos. Dar clases a adolescentes lleva una continua búsqueda sobre las cosas con las que se identifican. El adulto deposita una confianza que se parece más a la apertura de los niños.
- ¿Cómo está el desarrollo del teatro musical en Córdoba?
- Tengo una mirada positiva de lo que se produce en mi provincia, le veo mucho más futuro al comparar con la época en la que ejercía profesionalmente la carrera de bailarina, donde había muy poca producción local. Pero está en auge el jazz contemporáneo, y somos pocos los apasionados por el theater, y ser maestro de danzas lleva muchos años de capacitación. La única forma de profundizar es tomar cursos, viajar a tomar clases y mirar obras y videos.
Hay que cuidar la calidad de las obras
Héctor Presa tiene doble labor en su presencia en la provincia para participar de las jornadas de teatro musical: por un lado, hoy concluye un taller sobre entrenamiento creativo y, por el otro, dirigió “Las cartas sobre la mesa”, obra que se vio el sábado.
“No creo que el teatro musical todavía sea una propuesta masiva, pero ha mejorado ostensiblemente su captación de público al acercarse más a los jóvenes, lo que despierta interés en un sector que convoca espectadores. Pero aún las obras de este género no llegan al 20% de una cartelera. Será fundamental para su crecimiento y afianzamiento cuidar la calidad de las propuestas”, subraya a LA GACETA.
- ¿Qué es la creatividad?
- Lo creativo aparece permanentemente en los trabajos de ensayo, aunque no necesariamente en los aspectos de preparación de los integrantes. Si nos preparamos para una escena, va a depender del trabajo previo si se entra dentro de un aspecto creativo o no. Lo creativo aparece desde el primer ensayo, está implícito: es menester del director rescatar aquello que considera necesario para la obra y es trabajo del actor proponer cosas para que su director tenga opciones. La simbiosis que debe existir entre los integrantes de un elenco es la misma que en cualquier producción teatral.
- ¿La crisis económica derivó en un parate en la producción de espectáculos musicales?
- Sin duda, montar un musical tiene una cantidad de gastos desde la producción diferentes a las otras disciplinas, fundamentalmente por los aspectos técnicos. Esto afecta los costos y hace más complejo el desarrollo de una propuesta, pero se han ido encontrando formatos pequeños acorde a los tiempos que corren.
- ¿Se ha jerarquizado el teatro infantil en el último tiempo?
- Apareció innumerable cantidad de propuestas, lo que no garantiza la calidad. La mejora radica en la calidad de los intérpretes, que han crecido mucho en sus condiciones artísticas. El peor enemigo que tenemos es la falta de buena dramaturgia infantil.
Formar en el lugar para que no emigren
“La historia del teatro musical en la Argentina comenzó a escribirse a fines del siglo XIX, con la llegada de los primeros actores españoles, que trajeron sus zarzuelas, y siguió con el circo criollo de los hermanos Podestá, con las zarzuelas criollas y con los sainetes líricos. Hace exactamente 90 años se estrenó la primera comedia musical en Buenos Aires: ‘Judía’, de Ivo Pelay, y esa fue la primera vez que se utilizó el término ‘comedia musical’”.
La cronología es relatada a LA GACETA por el periodista especializado Pablo Gorlero, quien vino a Tucumán a participar de las IV Jornadas de Teatro Musical que concluyen hoy, en las que dictó un taller sobre la evolución del género.
- ¿Cuáles fueron los hitos más relevantes que se vieron?
- Fueron muchos, como “Wunder Bar”, que dirigió Enrique Santos Discépolo en 1933 y que fue revolucionaria en su época, o “Tangolandia” en 1957, broche de oro de tres décadas de trabajo conjunto de Francisco Canaro y Pelay. En 1961, “Mi bella dama” fue la primera obra de Broadway exitosa y una década después se vio la transgresora “Hair”, un nuevo formato y una nueva forma de hacer musicales. Luego llegaron “El diluvio que viene” (1978), sobre el abuso de autoridad y que burló a la dictadura con una puesta candorosa; “Drácula” (1991), de Pepito Cibrián Campoy y Ángel Mahler, que captó a una nueva legión de espectadores, fanáticos y seguidores, y dio pie a la apertura de numerosas escuelas de teatro musical. Otro hito del que formo parte fue en 2009, con la creación de los premios Hugo al Teatro Musical, que revalorizó, extendió y visibilizó en forma masiva el género.
- Muchas obras son compradas del exterior incluso con la coreografía. ¿Limita la creatividad?
- Cada vez son menos las obras de formato completo que llegan del exterior, pero no limitan. Si un creativo o un artista es astuto, puede tomar lo mejor de esos formatos para nutrirse. Lo que tiene de malo es que es casi una lotería quién llega del exterior a montarlas. No fue lo mismo que venga el mismísimo Harold Prince a montar “El beso de la mujer araña” que los que vinieron a recrear fríos montajes de “El fantasma de la ópera” o el último “Chicago”. Cuanta más libertad le das al artista, mejor es su aporte; si la marcación es estricta, debe tener un conocimiento certero y exacto de por qué es así.
- ¿Se está desarrollando una escuela argentina en el género?
- No lo creo. Se está desarrollando una escuela, pero el género no tiene nacionalidad. No hay un estilo propio y está bien que no lo tengamos. El teatro musical en Buenos Aires se encamina en la autogestión; ya no se espera al gran productor, se hace desde el germen del teatro independiente y hay cosas interesantísimas como “Los monstruos”, de Emiliano Dionisi y Martín Rodríguez. En otras ciudades todavía falta bastante, hay mayor preocupación por el canto y el baile y se descuida la actuación. Lo principal es afianzar la educación en cada lugar para generar nuevos artistas y creativos que no emigren.