El título del espectáculo encierra un oxímoron: “El trabajo que me dio no trabajar” ironiza también sobre la incansable presencia de Guillermo López, más conocido como el Pelado, en los medios nacionales, desde su popularidad en CQC o en otros programas de TV, hasta su presente en radio. Parece que nunca dejase de estar al aire y que siempre está con pleno empleo, aunque él no lo reconozca desde el nombre elegido para su unipersonal.
Esta noche deja la distancia y se presenta en vivo y en directo en Tucumán, en el teatro Alberdi. Allí se podrá comprobar la faceta actoral formada en los cursos de Agustín Alezzo, base que le permitió desplegar el oficio de la interpretación, que luego derivó en la conducción y el periodismo.
La apuesta es tan sencilla como provocativa. Sobre el escenario buscará reírse de sí mismo para poder hacerlo con los demás. Como soporte en el formato multimedia del show, se proyectarán videos producidos por el equipo de Cuatro Cabezas, todo con puesta en escena de Jorge Leyba.
- ¿Cómo definís “El trabajo...”?
- Es un unipersonal bastante especial. Tiene sus monólogos, imágenes, pero sobre todo, en un 60%, es interacción con la gente, más allá de que tenga un hilo conductor de todo lo que cuento. Todo está planeado y pensado desde la posibilidad de que la gente participe mucho del espectáculo, hasta transformarse en la protagonista real. Desde el título reivindico al laburante y repaso todo lo que hice en mi vida.
- ¿Hay una suerte de confesión ya desde el título?
- Alguna vez trabajé (ríe). Me refiero a que tuve un empleo que sólo encaré para tener dinero a fin de mes y no cuando se tiene la suerte de hacer lo que a uno le gusta. Es en este último caso que uno siente que, en realidad, no está trabajando.
- ¿Cuántas veces te lo dijeron al verte en tu profesión?
- Muchas. Te dicen que “laburar es otra cosa”, y lo comparto. Los que tenemos la suerte de hacer lo que nos gusta, en el ámbito que sea, somos muy afortunados. Especialmente si estás en los medios, la radio, la televisión o el teatro, la sensación para todos es que te estás divirtiendo. Yo tomo mi profesión con mucha responsabilidad y me lleva muchas horas dedicadas a esto. Pero realmente es tiempo de disfrute.
- Tu comienzo fue como actor; ¿alguna vez dejaste de serlo?
- Comencé como actor y del 89 al 92 estudié con Alezzo, quien me enseñó el respeto por la profesión y la constancia. Proyectaba ser actor y ya desde entonces tenía claro que me gustaba el humor. Después de 10 años de buscar un lugar en los medios y de trabajar en bolos de TV, teatro independiente y callejero, clown en un circo o conductor de eventos, le llegó la oportunidad de CQC, donde no compuse ningún personaje aunque exacerbé algunas cosas mías; fui genuino y mostré mi origen barrial y los códigos del lugar donde me crié. Este unipersonal es despuntar el vicio de la actuación pero sin componer un personaje, porque lo hago desde mí. Me gusta mucho la conducción y tener este espacio en el teatro ya supera mis expectativas.
- ¿Por qué elegiste el unipersonal para volver al escenario?
- Se sumaron varias cosas, como estar con amigos de trabajo y de la vida. Fue un buen espacio para regresar y hace varios años que lo estamos haciendo en Buenos Aires y en giras. Me gusta mucho el vivo, la relación vertiginosa y la respuesta inmediata de la gente y este show sin red e improvisado tiene ese condimento, aunque es una propuesta prolija y bien armada porque soy muy exigente.
- ¿La decisión de reírse debe partir siempre de poder ponerse a uno mismo de objeto de esa risa?
- Alezzo siempre destacaba que la persona que tenía humor era la que podía reírse de uno mismo; es fundamental. Yo me río de los 20 años que caminé buscando el espacio que tengo hoy, de mis cosas personales y laborales. Te da un permiso para después poder reírte de otras cosas, pero no me río de la gente, sino con ella. El objetivo es que el público se sienta protagonista y no agredido ni incómodo. Lo que ven es lo que soy.
- ¿Extrañás la televisión?
- Vengo haciendo TV desde hace tiempo y hasta el año pasado en forma ininterrumpida. Debería estar al aire en Telefe, pero por una decisión del canal vinculada con su venta, se suspendieron varios programas que estaban proyectados. No es una cuestión del producto, sino de no invertir más dinero en este momento. Me gusta estar en pantalla, pero no me muero por no aparecer. Por suerte, ya tengo proyectos para 2017 y en este año mi energía la puse en este show y en la radio. En el verano voy a dirigir la emisora Estudio Playa en Pinamar. Espero con mucha tranquilidad la próxima temporada.
- CQC siempre tuvo un costado político y social. ¿Cómo ves este momento del país?
- Siempre que me preguntan sobre la grieta, digo que me siento parado justo arriba de ella, mirando para un lado y para el otro. Soy un poco descreído de la política. Este es un momento de cambio y de transición, y debería bajar la agresividad de todas las partes. Se aguanta como puede, y mi deseo es que, por toda la gente, le vaya bien a este Gobierno. Si a uno le va mal para beneficiar al otro, los perjudicados son siempre los mismos: las clases media y baja. Hay mucha desigualdad y es muy duro ver que gran parte del país no tiene ni lo básico para vivir dignamente. Los que deciden deben priorizar las necesidades del pueblo alguna vez.