¿Se animarán los gobiernos de Israel y de la Autoridad Nacional Palestina a emular al sistema del diálogo directo como lo han hecho el gobierno de Colombia y las FARC, en La Habana, para el más honroso, inteligente y apropiado acuerdo de paz?
Tantas veces y en tantos lugares se ha planteado la famosa e inoperante hoja de ruta que siempre que cuando parece que se llega a un acuerdo quedan uno o más asuntos pendientes. El título de esta columna debería ser un mandato inexcusable: “Nada está acordado hasta que todo esté acordado”.
Será necesario, entonces que ya no opere más el “Cuarteto para la paz en Medio Oriente”, (ONU, EEUU, Rusia, Unión Europea). Una conformación tan heterogénea como verdaderamente inoperante. Salvo el representante de la ONU, por su naturaleza de organización internacional por excelencia. Los demás, cada uno de ellos –está demostrado- se ocupan de los intereses de sus mandantes. Y no del asunto grave que es la razón de ser del armado del “cuarteto”.
Sólo tres
No hace falta más. Por un lado la ONU, “partera de los siameses” (por aquello de la partición de Palestina en dos estados) y los actores del larguísimo conflicto: Israel y Palestina. Ningún otro participante. Lugar: Oslo (Noruega). Y algunos estados sanamente colaboradores con el anfitrión que no tengan lazos ni con los EEUU, ni con los otros países árabes, ni aliado de Israel. Tal como se esquematizó sabiamente para el conflicto armado FARC-Gobierno de Colombia. Podría muy bien ser Argentina, donde la convivencia de árabes y judíos es valorable.
¿Se animarán Benjamín Netanyahu y Mahmud Abbas para que israelíes y palestinos puedan, finalmente, convivir en un espacio conformado por dos países, con fronteras reconocidas internacionalmente y en el marco de respeto al derecho internacional y a su condición de miembros plenos de Naciones Unidas, garante del eventual acuerdo definitivo de paz?
Es la pregunta que puede hallar respuesta en esa “cátedra” de paz construida en el diálogo que llevaron exitosamente adelante el gobierno del presidente Santos de Colombia y los dirigentes principales de las FARC, en La Habana.
Se viene el Nobel de la Paz: el papa Francisco y los actores por la paz en Colombia.