Sabe que el desafío es muy complejo, pero se presenta firme. Su balance de gestión 2016 fue, al mismo tiempo, un pase de facturas políticas hacia adentro y hacia afuera de la Universidad Nacional de Tucumán. El informe que le presentó a la rectora, Alicia Bardón, en un acto público la semana pasada, significó una puesta en valor de la labor social y cultural que encara su área, y una respuesta a las críticas que recibe sobre las acciones no estrictamente educativas que desarrolla la principal casa de altos estudios de la provincia.
En medio de ese contexto, Marcelo Mirkin, en diálogo con LA GACETA, pasó en limpio los problemas y desafíos que encara para 2017, dentro de la Secretaría de Extensión Universitaria que él conduce en la UNT que no cuenta con presupuesto propio y que sufre que se le asignen partidas para luego ser retiradas.
“Desde que estamos en la gestión hicimos un trabajo incansable, que muchas veces no se visibiliza como un trabajo político integrado de Extensión. Se ve que el Centro Cultural Virla hace cosas y se cree que es porque se le ocurre a la gente del Virla, pero no es así. Todo surge de una decisión de hacer determinadas cosas y no otras”, remarca.
- ¿Toda gestión tiene un color político?
- Por supuesto. Considero que todo en la vida es político y me siento totalmente identificado con un determinado modelo de universidad, con lo que creo que debe ser: pluralista, laica, pública, democrática... Es lo que defendí en todos los espacios en que estuve. Como universitarios queremos el engrandecimiento de la UNT.
- Bajo tu área está el Museo de la UNT, el Virla, el Ricardo Rojas en Aguilares, el EPAM, el teatro Alberdi y numerosos programas. ¿Cómo se articula todo?
- Cada uno hace lo que le corresponde hacer. Con todos los directores hemos logrado un entendimiento que tiene que ver con la UNT en la cual creemos. Pero Extensión es la niña pobre, porque es al área a la que primero se les restringen cosas, cuando tenemos una amplísima actividad cultural y social que nos permite afirmar que lo que hacemos también es Universidad.
- Sos crítico con los funcionarios nacionales que criticaron a la UNT.
- Hay un uso desmedido de la UNT, con intenciones partidistas. Me parece que hay dichos exagerados, como que somos la peor universidad del país, cuando muchos se aprovecharon de ella. Yo voy a defenderla de los intereses externos y de los oportunistas internos.
- ¿Molesta soportar el ajuste?
- Lo creemos injusto. Soy la cabeza de un sector que tiene que pelear por lo que cree. Pedimos lo que nos corresponde, no una dádiva.
- ¿De cuánto es el presupuesto de Extensión para 2017?
- No tenemos presupuesto asignado y nunca lo tuvo desde que asumí este cargo. Fue una de mis primeras sorpresas. Cuando uno sabe con cuánta plata dispone, se pueden estructurar las tareas a desarrollar. Siempre lo fui solicitando y hemos ido viendo cómo armar un presupuesto con lo que necesitamos para funcionar. A partir de allí, discutir los números en general de la UNT, que es lo más lógico para saber a qué te vas a atener. Para 2016 tuvimos algunas actividades presupuestadas que luego se recortaron. Dos ejemplos son el Julio Cultural Universitario y una muestra de estudiantes en el MUNT. Hay cosas que podemos pelearlas, pero necesitamos el apoyo de algún lado.
- ¿Cómo lo resolvieron?
- Tuvimos que salir a buscar auspicios para sostener lo que estaba previsto. Es una tarea adicional que no debería ser nuestra carga. Nosotros pedimos y si se aprueba, se aprueba, sin más vueltas. El Julio Cultural pudimos hacerlo gracias a que el Banco Galicia fue nuestro sponsor; sin su aporte, no se lo podría haber concretado. Nosotros lo gestionamos, nosotros lo peleamos, nosotros “pechamos” junto a la rectora y a otros funcionarios para conseguirlo. Sin eso, no se lo podía hacer, no había forma de sostenerlo. Por el contrario, no pudimos hacer el Megaconcierto de Navidad, que era otro clásico de la UNT, pese a que gestionamos con tres municipios para realizarlo en común: hablamos con Yerba Buena, con la capital y con Concepción, pero ellos tampoco tenían el presupuesto que se necesitaba para un encuentro de esa envergadura.
- Para 2017, ¿está asegurado el Julio Cultural?
- A esta altura, no, para nada. No tenemos ninguna pauta presupuestaria asignada para concretarlo.
- Es como estar siempre en la cuerda floja...
- Nos arreglamos con lo que podemos, pero mantenemos una línea que es nunca bajar la calidad de lo que se hace. Debe estar intacta, como lo hecho en el teatro Mercedes Sosa con los dos conciertos con entrada libre y gratuita, y con públicos segmentados: primero fue con Karma Sudaca y las orquestas barriales, para incorporar nuevos actores sociales al hecho cultural; y luego con nuestras propias formaciones estables, con Roberto Buffo como director. Fueron dos recitales hermosísimos y muy emocionantes.
- Hay versiones de que, en el marco del ajuste económico, se eliminaría la Orquesta Juvenil...
- Lo desmiento, en ningún momento se puso en duda su continuidad, que a mí me conste. No es intención en absoluto de esta Secretaría que desaparezca ninguna orquesta. La Juvenil es emblemática para la UNT y cumple con la función de ser un espacio de enseñanza y aprendizaje, además de su importancia musical. En el caso de la Orquesta Sinfónica, es cierto que muchos integrantes se fueron jubilando y no fueron reemplazados, con lo cual se fue reduciendo en su número. Estamos peleando para que, en algún momento, se tome la decisión de llamar a concurso para que entre gente nueva a esa formación. Hasta acá, lo que hicimos fue contratos por conciertos. La decisión de mantenerla e ir hacia adelante es política.
- Buffo fue designado por un año, al fracasar el concurso convocado para elegir director de la Sinfónica. ¿Va a seguir?
- El concurso me pareció la forma más democrática y pluralista, pero cayó. Buffo fue nombrado interino, y fue una gratísima sorpresa. Se comprometió mucho con la orquesta, con nuestras necesidades y con nuestros objetivos, más allá de lo musical. Diseñó distintas estrategias para sostener la Sinfónica en todo este tiempo, y se le renovará el contrato por un año más, porque en 2018 hay renovación de autoridades en la UNT y queremos dejar las manos libres a quien venga. Estoy sumamente conforme con su labor y lo sostengo. Creo que hemos encontrado al director para la orquesta.
- En esta carencia de fondos, hasta el mantenimiento está en riesgo. Y hay preocupación en cuanto al Virla y al Alberdi en este sentido.
- Sí, es una complicación real que la vivimos a diario. Todos los días tenemos inconvenientes y tratamos de resolverlos. Son edificios que necesitan mucha inversión en mantenimiento, y no tenemos dinero. Una de mis primeras decisiones al asumir era que no se cobre a ningún universitario que quiera hacer algo en el Virla o en el Alberdi, porque son de todos, pero cuando pedimos fondos, no los tenemos y el problema es del otro. También eso me parece injusto y, por eso, a partir del año próximo vamos a cobrar un monto por su uso a las facultades y dependencias universitarias que los pidan. Será un precio diferencial, pero es la única manera de poder mantenerlos; ni pensar en crecer.
- La imagen de la Secretaría es una cabeza con muchos brazos.
- Es real, y el principal desafío es articular todos esos brazos, integrando y coordinando los programas con una misma mirada, para que sean complementarios. Eso lleva tiempo y procesos. Muchos no tienen la dimensión de todo lo que hacemos.
- ¿Hay un público hacia el que dirigís prioritariamente tu tarea?
- Me enfoco sobre todo en la muchísima gente que no tiene acceso directo a la universidad, nos debemos principalmente a ellos. Quiero orientarme hacia ese sector, al que la UNT muchas veces no llega, porque está encapsulada. La idea es producir fisuras y rupturas en ese encapsulamiento. El programa Cultura Viva Comunitaria es el modelo exacto de lo que pretendo lograr, sin ir en contra de otras ideas. Es ampliar, no achicar.