En su anclaje en el siglo XXI, la Escuela Técnica debe sumar al modelo tradicional de esa enseñanza conceptos más flexibles, como las habilidades socioemocionales ; o el manejo de la incertidumbre, en un mundo en el que el empleo “para toda la vida” parece en extinción. Eso opina Gabriel Sánchez Zinny, director del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET) y coautor del libro “Educación 3.0. La batalla por el talento en América Latina (con James McBride). El funcionario habló con LA GACETA de la necesidad de afianzar una educación técnica que dialogue con el mundo del trabajo.
- En las escuelas técnicas se observan asimetrías entre regiones. ¿Cómo neutralizarlas?
- Ofreciendo la posibilidad de igualar oportunidades para desplegar capacidades y habilidades, no importa el origen o los ingresos de los padres de quienes ingresan a la escuela técnica; que esta, a través de sus capacidades y habilidades, le permita a ese joven encontrar un buen trabajo o crear el suyo. Cada vez más habrá trabajos que hoy no conocemos.
- Pero la escuela técnica argentina se creó a la luz de la cadena de montaje de comienzos del siglo XX, del “fierro”...
- Y ese engranaje de 90 años ya no es tal. La escuela técnica que hoy tenemos - rejerarquizada en los últimos años a través de la ley 26.058, que ha sido muy buena para dar un marco regulatorio- sigue siendo fundamental para dar capacidades o especialidades para trabajar. Lo que creo es que hay que agregar esta concepción de que el mundo es mucho más dinámico y cambiante, y esta concepción de que necesitamos más habilidades socioemocionales. Ahora, ¿cómo se enseñan esas habilidades en un mundo cambiante, en una estructura de educación técnica? Cómo les enseñamos a los chicos a trabajar en equipo, cómo les enseñamos a adaptarse al cambio? ¿A tener capacidad de asumir riesgo? ¿A aprender a aprender?
- ¿Cómo enseñar a aprender para la incertidumbre?
- No hay muchos sistemas educativos que lo hayan hecho en escala, en todas las escuelas. Lo que es seguro es que hay que enseñar más capacidades, como hacen los emprendedores. Ellos desarrollan cierta capacidad de trabajar en la incertidumbre, de tomar riesgo, de vender o no un proyecto, de trabajar en equipo. Y eso se enseña con los casos, con simulaciones, con los proyectos. ¿Por qué son tan importantes las olimpíadas que hacemos en el INET? Mas allá del proyecto en sí, aprendieron a trabajar en equipo.
- ¿Por qué el auge del emprendedorismo?
- Los Estados se dan cuenta de que los principales generadores de empleo en América Latina son las pequeñas y medianas empresas; empiezan siendo emprendedores; puede ser alguien que tenga un pequeño hotel, o un restaurant. No sólo algo tecnológico. Por ejemplo, hacen falta más de 100.000 enfermeros en Argentina.
- ¿Se tiene hoy en cuenta esa flexibilidad en la enseñanza técnica?
- Estamos impulsando la secundaria técnica, pero también el técnico superior y la formación profesional, que es la manera de aprender a aprender. Esa oferta alternativa a la universidad es fundamental en la Argentina.
- ¿Por qué los argentinos estamos tan atados al título universitario?
- Tenemos una cultura de “m’hijo el dotor”, en un país que no es universitario. Estamos impulsando carreras cortas con mucha salida: programadores, mantenimiento e instalación de energía eólica y solar, enfermería, gerente de hotel, comercialización. Las tecnicaturas en formación profesional van a ser cada vez más importantes en Argentina; y es fundamental conectarlas con la demanda laboral.
- ¿Cómo aceitar ese vínculo?
- Lo primero es que le preguntamos al mundo del trabajo es qué capacidades necesitaban. En general, en educación no hablamos con el mundo del trabajo. Por eso hemos planteado los Consejos Provinciales de Educación, Trabajo y Producción, ámbitos en los que las tres partes nos reunimos para reflexionar sobre qué habilidades necesitamos en el mundo del trabajo.