Es cierto. Fue un dolor de ojos ver a la selección argentina, número uno del ranking FIFA, con el mejor jugador del mundo y con “los cuatro fantásticos”, ofrecer tan pobre espectáculo el jueves por la noche en el Monumental. Jugando al pelotazo incierto, dándole campo y pelota al rival y arrinconada en su arco en los minutos finales para evitar el empate que merecía el rival. Con Sergio Romero pidiéndole a los alcanzapelotas que hicieran tiempo y con Leo Messi insultando exageradamente a un línea y exponiéndose a una suspensión que no sucedió sólo acaso porque es él y que, a no dudarlo, hubiese agravado todo. Porque la Selección es cada vez más Messidependiente. Allí está el 83 por ciento de los puntos que ganó con Messi en campo. Y el magro 33 por ciento que rescató sin él. Messi, ya lo sabemos, puede hacerlo casi todo. Casi.
Porque también él se ha encargado de mostrarnos sus límites, de avisarnos que, a veces, él también precisa del equipo. Volverá a suceder el martes en la altura de La Paz. En Barcelona se preocupan. “Messi -escribió Xabier Ortuño en el diario ‘Sport’- no se merece esto”.
Si hay un fútbol en peor crisis acaso que el nuestro ese podría ser el de Bolivia. Dos de los últimos líderes de su Federación están presos, igual que un extesorero. Su selección, ya sin chances de clasificación a Rusia (su último Mundial fue el de Estados Unidos 94), sufrió un enésimo cambio de técnico. Mauricio Soria decidió una apuesta de comenzar a trabajar con un plantel renovado y más joven y anuncia para el martes una formación “ultraofensiva”, según la definen en La Paz. Y descansada, porque tendrá muchos jugadores que no jugaron en Colombia (perdió 0-1 con un penal sobre el final).
“Ojalá podamos hacer que los temores que ellos tengan (sobre la altura) los puedan sentir mucho”, avisó el propio Soria. Un triunfo ante la Argentina de Messi, coinciden Soria, dirigentes y prensa, sería el impulso mínimo justo para encauzar el nuevo proceso.
Está claro, la Argentina actual desnuda fragilidad. Y Bolivia, más allá de todas las diferencias que ya sabemos, buscará explotar la situación. Ya ha sabido hacerlo en duelos anteriores. Messi y compañía mantienen su silencio de prensa. Habían sido muy autocríticos apenas unos meses atrás. Todo lo contrario del DT Edgardo Bauza. Que habla demasiado y sigue desbordando un optimismo a prueba de balas. Ahora dice que lo hace para que lo critiquen a él y no a los jugadores. Todo parece una sobreactuación. Desde que asumió el cargo, Bauza ofreció un récord de entrevistas a la prensa, que siempre lo respetó y se aprovechó de tanta predisposición, pero no dudó en criticarlo duramente en las últimas horas.
Entre el silencio de unos y la verborrea de otro, resulta difícil tener más pistas para saber, más allá de lo que todos vemos, por qué la Argentina de Bauza no logra arrancar en su juego. El horror de la noche del Monumental contra Chile, aliviado gracias a errores arbitrales, sirvió acaso para definir algunos puntos.
Por ejemplo, que “los cuatro fantásticos” pueden servir de bonita promoción, pero ya no más que eso. Si los hace jugar, Bauza se ahorra el eventual problema de excluir a uno de ellos. Pero se compra otro: pierde equilibrio, lo que siempre se jactó de tener en sus equipos y todavía no mostró en la Selección. Los mejores, fue dicho más de una vez, no son los que mejor juegan, sino los que mejor juegan juntos.
Es cierto, el fútbol argentino no tiene hoy volantes que puedan hacer la diferencia. Parecía lógico que, contra Chile, ausente Paulo Dybala, fuera titular Ever Banega y no el “Kun” Agüero.
Sin embargo, cuando entró, Banega casi le provoca un infarto a Bauza. Quiso salir jugando en la boca del área y la jugada terminó en el tiro libre que Alexis Sánchez estrelló en el travesaño. Como dándole razón a los que prefieren despreciar tener la pelota. Me lo dijo horas atrás un ex gran jugador: “Mirá que si tenés la pelota, lo que te van a pedir es que hagas algo con ella”.
Argentina la tuvo en el inicio del partido ante Brasil. No agredió. Y, al primer gol rival, todo se desmoronó. Terminó en un 0-3 benévolo ante un Brasil al que sí le hizo muy bien el cambio de DT y que hoy muestra a Neymar en gran forma, pero también con otros que lo acompañan, jueguen en Europa o hasta en China. Bauza ya avisó una actitud para el partido ante Bolivia. No dijo “tener, tener y tener” la pelota. Dijo “cortar, cortar y cortar”. Es decir, la pelota volverá a tenerla el rival.
Ojalá un segundo triunfo seguido, si hay victoria en La Paz, ayude a reordenar el juego. Argentina podría hasta quedar segunda detrás de Brasil y con el objetivo de Rusia ya mucho más cerca. Sin temores ni nervios que luego sirvan como argumento para justificar tanta falta de audacia.
Porque los estilos, está probado, pueden ser uno u otro. Es cierto que el fútbol argentino tiene toda una historia. Pero también es cierto que nadie puede arrogarse el patrimonio de la verdad. Eso sí, una vez elegido ese estilo, el que sea, sería bueno elegir entonces a los mejores ejecutantes. Para jugar más convencidos. Para jugar a algo.