Hace una década que la compañía no regresaba a Tucumán: la última vez fue en 2007, con dos funciones que brindó en el teatro Alberdi. Pero la magia no se perdió, y son muy pocos los tucumanos que ignoran de qué se está hablando cuando se menciona al famoso Teatro Negro de Praga.
Luces, sombras, mímica y acrobacia son suficientes para poner en marcha la fantasía y la ilusión en la platea. “Las aventuras de Fausto” (inspirado en el texto de Goethe), está girando por toda Latinoamérica, y desde hace 12 años la representa el elenco checo. Esta noche se presentarán en el teatro Mercedes Sosa.
La historia se desarrolla en una casa de Praga, en la que un pescador agobiado por los problemas cotidianos decide hacer un pacto con el diablo. En el escenario, ya se sabe, suceden cosas increíbles, como una luna que puede posarse en el suelo y convertirse en un columpio para una pareja de enamorados. O una escena en el que el pescador aparece en una barca imaginaria, rodeado de peces de mil colores.
Bob Dufek, traductor de por medio, le cuenta a LA GACETA que lleva ya más de 250 representaciones del personaje de Fausto, pero actúa desde hace 40 años en esta compañía. Junto a Jana Studnickova, a Veronika Jilkova y a sus productores, visitaron LA GACETA para contar que el espectáculo rescata un texto clásico, planteado de forma natural. “El Teatro Negro se basa en una cámara negra, pero no hay proyecciones. Allí se crea la ilusión a través de los actores que son visibles e invisibles para el público”, explican Bob y Jana, pacientemente y con muchos gestos.
El actor revela que en Praga la puesta incluye una gran tecnología, pero el mismo espectáculo sale de gira sin esos equipos, porque “optamos por algo más natural”. “Esto es una teatro de ideas, no de efectos especiales; me parece que tiene más valor. Planteada así las cosas, creo que estamos más cerca del corazón de los espectadores”, añade.
La caja negra fue trabajada primero en China y luego por el cineasta francés Georges Méliès a principios del siglo XX. Los actores, íntegramente vestidos de negro, manipulan objetos teñidos de colores fluorescentes que brillan en la oscuridad.
Bob, Jana y Veronika insisten en que los trucos no se revelan, para que la magia y la fantasía cobren toda su dimensión. “Trabajamos con ideas y con las ilusiones, tanto para los niños como para los más grandes. Nuestra versión del clásico de Goethe es hasta una parodia. En particular, interactúo mucho con el público”, indica el veterano actor que, además, es el director artístico de la compañía. Ante una pregunta, responde que el teatro negro también se puede hacer en un espacio abierto y público.
Jana no se olvida de destacar que la adaptación de la obra, tiene un final feliz, más alegre que en el original. “Ganará el amor, porque ella rescatará a Fausto”.