“Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos” (Juan 15, 13). Con esta cita comienza la carta apostólica en forma de Motu Proprio “Maiorem hac dilectionem” (”Mayor amor”) del papa Francisco, en la que instituye una cuarta causa para determinar que una persona podría llegar a ser santa. “Son dignos de consideración y honor especial aquellos cristianos que, siguiendo más de cerca los pasos y las enseñanzas del Señor Jesús, han ofrecido voluntaria y libremente su vida por los demás y perseverado hasta la muerte en este propósito”, afirma el Santo Padre.
A través de este documento el Vaticano estableció una nueva causa de beatificación, que se añade a otras tres ya existentes , contempladas hasta el momento por la Congregación para las Causas de los Santos: ellas eran el martirio, las virtudes heroicas y las causas excepcionales.
El texto firmado por el Papa señala que “el heroico ofrecimiento de la vida, sugerido y sostenido en la caridad, expresa una verdadera, plena y ejemplar imitación de Cristo, y por tanto, es merecedora de aquella admiración que la comunidad de los fieles reserva a menudo a aquellos que voluntariamente han aceptado el martirio de sangre o han ejercitado en grado heroico las virtudes cristianas”.
La nueva disposición recibió el parecer favorable de la Congregación de las Causas de los Santos en la sesión plenaria del 27 de septiembre de 2016 tras estudiar detenidamente estos casos.
Para que el “ofrecimiento de la vida” sea válido en la beatificación de un siervo de Dios, debe responder “al ofrecimiento libre y voluntario de la vida y heroica aceptación por caridad de una muerte segura y rápida”. El candidato debe ejercer “al menos en grado ordinario, las virtudes cristianas antes de ofrecer la vida y, después, hasta la muerte”, señala el texto. También debe contar con “fama de santidad y de signos, al menos después de la muerte” y con “la necesidad del milagro para la beatificación, que tenga lugar después de la muerte del siervo de Dios y por su intercesión”.
En un artículo, el periódico oficial del Vaticano, L’Osservatore Romano, detalla cuáles eran hasta ahora las otras tres vías. El martirio significa “la aceptación voluntaria de la muerte violenta por amor de Cristo, de parte de la víctima. También el odio del perseguidor hacia la fe u otra virtud cristiana” y “la mansedumbre y el perdón de la víctima que imita el ejemplo de Jesús, el cual en la cruz invocó la misericordia del Padre por sus nuevos asesinos”. En la vía de las virtudes heroicas, se deben tener en cuenta el ejercicio de estas en forma “convenientemente, con prontitud, agradablemente y sobre el modo de acción común, para un fin sobrenatural y por un coherente periodo de tiempo, es decir, hasta hacerlo convertirse en un modo habitual de ser y de actuar conforme al Evangelio”.
La tercera vía es la menos conocida y menos habitual y se refiere a la persona que haya tenido una reputación de santidad por muchos años tras su muerte, señalan las agencias Télam, ICI y Reuters.