BARCELONA, España.- Amada y odiada al mismo tiempo, la joven candidata del partido liberal y “unionista” Ciudadanos a la presidencia de Cataluña, Inés Arrimadas, logró romper los estereotipos y se perfiló desde un primer momento (al menos, desde que el gobierno central español intervino la autonomía catalana, destituyó al gobierno regional y llamó a elecciones para el 21 de diciembre) como favorita en los sondeos de cara a los cruciales comicios regionales.
La candidata a la Presidencia de la Generalitat de Cataluña por el partido Ciudadanos fue la que sacó más votos en unas elecciones en las que, en los más de 40 años de democracia en España, nunca fueron ganadas por un aspirante no nacionalista o que no simpatizara con el independentismo.
A lo largo del proceso de separación de España que inició Cataluña en los dos años anteriores y que llegó a su punto álgido con el referendo del 1 de octubre (declarado ilegal por la Justicia española y en el que la mayoría se pronunció por la independencia), la candidata de Ciudadanos se convirtió en abanderada de la unidad de España.
Arrimadas, de 36 años, se posicionó como la persona que quiso dar voz a la denominada “mayoría silenciosa” de catalanes que están contra la independencia y se sienten tradicionalmente sin representación, una postura que la convirtió en blanco de insultos y amenazas de los secesionistas.
Un día antes de las elecciones, Arrimadas y su marido salían de un negocio en la calle Travessera de Les Corts, en la Ciudad Condal, cuando un hombre empezó a gritarles, en catalán: “¡Fuera! ¡Fascistas! ¡Viva la república catalana de Cataluña!”. “¡Fuera Ciudadanos, viva Cataluña! ¡Fascistas! No os queremos en este barrio. Adiós España”.
La municipalidad de la localidad de Llavaneres, situada en la periferia de Barcelona, llegó incluso a declararla “persona non grata”.
Mujer en un espacio aún dominado por hombres, nacida y criada fuera de Cataluña, formada en Derecho y Administración de Empresas y sin experiencia política, Arrimadas no imaginaba su futuro público cuando acompañó a una amiga a un acto de Ciudadanos en 2010.
Entusiasmada por lo que había visto y oído, volvió a otro encuentro cara a cara con el líder de la formación, Albert Rivera, y lo convenció de que tenía enfrente a una política nata.
Rivera la llevó primero a ser diputada del Parlamento catalán en 2012, y en los comicios de 2015 arriesgó y la nombró candidata del partido.
Ciudadanos obtuvo entonces su mejor resultado histórico, y Arrimadas se convirtió en jefa de la oposición, cargo en el que consolidó su figura política al enfrentarse abiertamente a la ruptura de la legalidad del proceso independentista impulsado por el gobierno catalán.
“No es que quieran romper España, es que han roto la convivencia”, dijo en la agitada sesión parlamentaria del 10 de octubre, en la que el entonces presidente regional Carles Puigdemont declaró una independencia “en diferido”.
“No pienso permitir que a mis padres, a mis hermanos, a mis sobrinos, que viven en Andalucía, les pidan el pasaporte para venir a verme”, sentenció.
Es la menor de cinco hermanos. e hija de un matrimonio que había trabajado en Barcelona en la década del 60. Arrimadas nació y creció en la ciudad andaluza de Jerez de la Frontera, en el sur de España. Tras estudiar en Sevilla y pasar un año de intercambio en la ciudad francesa de Niza, se mudó a la Ciudad Condal en 2006 por razones laborales.
Este origen familiar, con el que se identifican muchos de los habitantes de los suburbios de la capital catalana, representa la “transversalidad” defendida por la dirigente, como parte de una identidad múltiple y comprometida con Europa.
“Soy una enamorada de esa Cataluña abierta en la que nadie te distingue por el lugar de donde uno viene. Soy andaluza a toda honra. Y catalana, española, europea. No veo contradicción entre las identidades”, opinó.
En otro signo personal de superación de fronteras físicas e ideológicas, en julio del año pasado se casó con Xavier Cima, ex diputado del partido nacionalista Convergencia Democrática de Cataluña -el de Puigdemont-, quien dejó luego la política.
Ciudadanos llega ahora a las elecciones más importantes en la historia reciente de Cataluña compitiendo por el primer puesto en las encuestas con la independentista Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).
El equilibrio de fuerzas soberanistas y constitucionalistas, sin embargo, plantea un panorama incierto en el que ninguno de los bloques sumaba mayoría para formar gobierno, lo que podría derivar en nuevas elecciones.
Si lo logra, Arrimadas estaría haciendo historia: no sólo sería la primera mujer en asumir el liderazgo del gobierno en Cataluña, sino también la primera no nacionalista en el cargo. (Télam)