La primera jornada de actividad del Papa quedó marcada en Chile por una cuestión en extremo espinosa: los abusos sexuales cometidos por miembros del clero contra niños. Fue el propio Francisco quien puso el tema sobre el tapete, ya que se refirió a él en dos ocasiones. Durante la visita realizada por la mañana a la presidenta, Michelle Bachelet, pidió perdón a las víctimas. Por la tarde se dirigió a los sacerdotes y a las monjas, para solicitarles que enfrenten con valor la creciente desconfianza hacia la Iglesia Católica. Como era de esperarse, las expresiones del Papa generaron una ola de reacciones, algunas favorables, otras críticas.
“No puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia -sostuvo Francisco en el Palacio de La Moneda, sede del Gobierno-. Es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que hemos de empeñarnos para que no se vuelva a repetir”.
Luego, en un acto con integrantes del clero y laicos consagrados, el Papa los exhortó a enfrentar la realidad en tiempos de turbulencias y a tener el valor de pedir disculpas. “Sé que a veces han sufrido insultos en el metro o caminando por la calle; que ir vestido de cura en muchos lados se está pagando caro -dijo en la Catedral de Santiago-. Pidamos a Dios que nos dé la lucidez de llamar a la realidad por su nombre, la valentía de pedir perdón”.
Que Francisco haya marcado la agenda con la cuestión de los abusos llamó la atención, teniendo en cuenta lo crispado del ambiente en Chile. “Es un gesto de titulares para la prensa, cuando a nosotros ni nos ha querido recibir”, enfatizó Juan Carlos Cruz, una de las víctimas del caso Karadima.
La Iglesia chilena carga con los crímenes de Fernando Karadima, un poderoso sacerdote que fue encontrado culpable de haber abusado a menores, pero no fue a la cárcel porque los crímenes ya habían prescripto. El cuestionado obispo Juan Barros, a quien se acusa como encubridor de Karadina, compartió la misa oficiada por el Papa en el parque O’Higgins, lo que fue motivo de indignación. Barros fue designado en marzo de 2015 como obispo de la diócesis de Osorno, en el sur del país. Su nombramiento ha sido rechazado desde entonces por los laicos de la zona.
En Chile, los católicos son poco más de la mitad de la población frente a los tres cuartos de hace dos décadas, según un sondeo de Latinobarómetro. Eso se ha visto reflejado en una menor asistencia de personas a los recorridos del Papamóvil en comparación con las visitas a otros países. Francisco recorre una nación que busca lograr el matrimonio igualitario, igualdad para las mujeres, respeto a la identidad de género y a la inmigración, a través de iniciativas impulsadas por la presidenta socialista Bachelet.
Las repercusiones alcanzaron también la Argentina. Víctimas de abuso sexual por parte de miembros del clero exigieron ser recibidos por el Episcopado y pidieron un compromiso de la Iglesia con la Ley de Educación Sexual Integral, como acciones concretas de lucha contra la pederastía. “Por un lado celebramos los gestos de reconocimiento. Por los motivos que fueren, los reconocimientos públicos sobre la gravedad de este delito y de las aberrantes políticas institucionales que ha llevado adelante la Iglesia Católica siempre suman positivamente”, indicó Sebastián Cuattromo, de la organización Adultxs por los Derechos de la Infancia y víctima de abuso sexual por parte de un religioso del Colegio Marianista.
Con afecto
El Papa, que vivió cerca de un año en Chile cuando era joven, destacó durante su discurso que no hay que perder la capacidad de escuchar, en un país donde la pluralidad étnica, cultural e histórica exige ser custodiada. Tuvo además palabras hacia los inmigrantes (“llaman a las puertas de este país en busca de mejora”) y de apoyo a los estudiantes (“deben sentirse protagonistas de Chile”).
Por la tarde, después de visitar la cárcel de mujeres y en un ambiente más distendido, Francisco sostuvo un breve encuentro con los 34 obispos de la Conferencia Episcopal de Chile y saludó con especial énfasis a Bernardino Piñera Carvallo, el obispo católico más viejo del mundo, de 102 años. “La sordera no me deja confesar y me estoy quedando un poco ciego, pero estoy bien. La vejez no me afecta”, destacó el obispo, tío del presidente electo chileno Sebastián Piñera.