En San Pedro de Colalao, las horas previas al festín gastronómico transcurren rebosantes de energía, con un constante movimiento de personas que deja al descubierto la sensación de dinamismo que traen consigo el verano y las vacaciones. Alrededor de la plaza Leocadio Paz, los bares y confiterías se encuentran colmados y mientras los niños se persiguen unos a otros divertidos con sprays de nieve, los espectáculos callejeros captan la atención de pequeños grupos de turistas. Es sábado por la tarde y es la previa del tradicional Festival de la Humita en San Pedro de Colalao.
A partir de las 20, poco a poco, los stands gastronómicos comienzan a armarse en la plaza. El primero en establecerse es el puesto de Liliana Ruiz. Esta cocinera de 53 años es experta en comidas regionales pero este día la estrella de su cocina es la humita. “A lo largo de mi historia familiar estuvo presente la comida, es como una herencia. Aprendí a cocinar con mi abuela y pienso mantener la tradición con mis hijos -recuerda Liliana- “Son nuestras costumbres y raíces. Siempre vale la pena comer un plato de humita, no hay que olvidarse de esas memorias”.
En la elaboración de la humita se puede ver cómo las historias familiares de los participantes están relacionadas con las recetas y sus secretos. Según Liliana, su hija Cristina Álvarez heredó la mano mágica para la cocina. “Desde chica mi mamá me enseñó todo”, admite Cristina.
En el puesto de al lado, Marta Álvarez Infante ya comenzó a cortar el queso. En su caso, hace 30 años que cocina humita y dos años que participa del festival. “Mi madre me enseñó cuando tenía 15 años. Me dijo ‘mirá, así tenés que preparar esto’ y comencé a aprender de a poco el truco”, recuerda emocionada.
El tiempo pasa y a las 21.30 la plaza principal se vuelve un enorme comedor comunitario. Hay personas sentadas en los bancos, al costado de los canteros, en el piso o con sillas plegables que trajeron de su casa para la ocasión. Los presentes varían en edad y lugar de residencia pero todos llevan una bandeja de humita en una mano y pan para acompañar en la otra.
Ale Massa, director de Turismo de San Pedro de Colalao, explica que debido a la cantidad de gente todos los hospedajes, cabañas y casas de familia se quedaron sin habitaciones disponibles. Al respecto, Juan Pablo Segura, trabajador del Hostal La Antigua describe que lamentablemente se vieron saturados por la demanda de visitantes que desde la mañana buscan hospedaje. Por esta razón María Paz Esclava no podrá pasar la noche en la villa veraniega y deberá tomar el último colectivo del día para retornar a Famaillá. “Es una lástima. Desde la tarde estoy esperando junto a dos amigas por alguna habitación pero al final vamos a tener que volver antes del festival”, comenta decepcionada.
Entre los turistas hay familias de Santiago del Estero, Catamarca, Jujuy y por supuesto de Tucumán. Soledad Espeche de 30 años vino con su novio desde Aguilares y partirán de regreso esta noche tras haberse quedado una semana en una hostería. “El jueves probé la humita en la plaza así que ahora solo me queda definir cuál es la mejor. Obvio que también hicimos otras actividades además de comer”, comenta riendo.
Hay tucumanos que vienen exclusivamente a pasar la noche para disfrutar de la comida y la música en vivo. Es la primera vez que Sandra Leguizamón concurre a la fiesta y, antes de comer la primera cucharada es interceptada por LA GACETA. “La humita es riquísima. Nos falta todavía mucho por probar; si se puede, queremos comer de todos los negocios”. Otros ya son visitantes recurrentes, como Silvia Gramajo. “Me encanta la humita, es riquísima. Nadie la hace tan rica como la gente de San Pedro”, afirma convencida. Sus preferencias son “al plato, sin picante, con pan tostado y bien caliente”.
Javier Costa y Ana Aracena están veraneando en la villa desde hace una semana. “Es la primera vez que venimos a comer humita al festival, se nota la diferencia con la hecha en casa”, comenta Javier, y a continuación se enfrasca con Ana en una conversación sobre el desafío de preparar humita personalmente. “Mañana voy a saberlo cuando haga por primera vez -aclara Ana- aunque el que quiera comer va a tener que rayar sí o sí los choclos”.
El olor que sale de las grandes ollas es la mayor tentación. Frente a una larga cola, la cocinera Cinthia Cruz coloca dos porciones de humita en una bandeja, arriba añade queso y salsa y se las entrega a Víctor Hugo Castellano. Oriundo de Chaco, es la primera vez que Víctor come este plato norteño y su sabor le resulta una novedad. “Probé la humita de dos stands distintos. Es muy rica y después de comerme tres bandejas me di cuenta de que la prefiero con mucho queso y picante”, comenta como un verdadero crítico gastronómico.
Desde el escenario montado a un costado de la plaza, los distintos shows de baile y espectáculos se intercalan como telón musical de fondo para los comensales reunidos. Las canciones folclóricas son el complemento perfecto de esta noche cargada de tradición y gastronomía donde es imposible camuflar las ganas de comer que les produce a todos los ciudadanos y turistas presentes esta cita ya clásica en la villa colaleña.