Virginia Posse y Matías Figueroa no podían tener hijos. Después de dos años de intentarlo a través de distintos tratamientos, decidieron que lo mejor sería adoptar un niño. Sin embargo, sus planes se agrandaron y en vez de uno, fueron seis.
Ella es médica, tiene 44 años, trabaja en un CAPS de Villa Angelina y es docente de la Universidad Nacional de Tucumán, mientras que él criaba cerdos y ahora tiene una pequeña fábrica de chacinados.
“Acordamos que el primer niño que nos den, ese iba a ser sin condiciones. No importaba la edad, ni si tenía algún problema o enfermedad. Eso no se puede saber tampoco cuándo un bebé va a nacer, así que siempre iba a ser un sí”, comenzó contando a LA GACETA la mamá.
Sin embargo, detalló que cuando les contaron que eran dos hermanitos de un grupo de seis, el marido se negó rotundamente. ‘Son todos o ninguno porque van a sufrir mucho’, había dicho en ese momento. Por lo que la promesa de no poner condiciones no se había cumplido. O sí, porque finalmente decidieron acogerlos a todos sin problema.
“No somos gente de plata, para nada. Nuestros amigos nos ayudan con ropa que le queda chica a sus hijos, por ejemplo”, contó Virginia a LA GACETA.
Los niños tienen cuatro, seis, ocho, 10, 12 y 14 años. La identidad se encuentra reservada ya que, a pesar de los niños viven con sus nuevos padres y aprobaron todas las visitas sociales, aún se encuentran en un proceso legal de cambio de apellido.
A su vez, Virgina tenía un hijo de un primer matrimonio que hoy ya tiene 22 años y que, según contó a este diario, le ayuda con todas las cosas y la apoyó en la decisión de tener nuevos hermanos.
El momento en el que se reencontraron
Según contó Virginia, los niños ya tenían la idea de que iban a ser adoptados por diferentes familias. Así que cuando le dieron la noticia de que todos irían a vivir juntos fue una felicidad única.
"Cuando nos conocieron ya nos querían desde el minuto uno. Nos abrazaron tan agradecidos", detalló Posse. Agregó además que cuando llegaron a casa, querían domir en el living comedor juntos, a pesar de que tenían sus habitaciones preparadas.
Ahora, los adolescentes duermen en una habitación y en la otra hay dos cuchetas para los más pequeños.
El momento en el que le dijeron "mamá"
Pasaron seis meses hasta que los chicos le dijeran mamá. Al principio le decían Virginia, hasta que uno de los niños más pequeños le dijo 'tomé la decisión de decirte mamá'.
"Yo soy muy respetuosa. Les dije que se sientan libres y me llamen como quieran. Despues tenían la necesidad de seguir haciéndolo, me decían 'mamá, mamá' y yo respondía '¿qué?', 'nada' me decían. Solamente querían gritarlo", contó.
El día a día con los niños
Virginia y Matías son pacientes con respecto al orden o la limpieza. Sin embargo hay tres cosas que tuvieron que ir enseñandoles como parte de cualquier crianza a sus hijos: el respeto a los mayores, no golpearse ni pelearse entre ellos y hacer siempre las tareas.
"Al principio fue muy estresante y shockeante. Me dolía la cabeza y estaba un poco cansada, pero feliz", manifestó. "Ellos son una joya. Son muy educados, son chicos súper alegres", agregó.
Posse se levanta a las 6 de la mañana para llevar a la escuela a tres de sus hijos. Luego de trabajar en el CAPS, los busca al mediodía y después de almorzar les ayuda a hacer las tareas. Duerme la siesta y lleva a los otros tres que van en el turno tarde, y ella se va a trabajar a un consultorio médico. Regresa, hace la tarea con los niños y luego cenan.
"Por la noche charlamos mucho, sobre todo con los adolescentes que quieren contarnos todo, pero todo", explicó.
Su día siempre finaliza a las 0 y al otro día comienza a las 6, otra vez. Sin embargo, se siente plena con éste desafío.
Virgina pidió a todos los que tienen alguna duda de adoptar que se animen a formar una familia con nenes más grandes.
El gran almuerzo
Posse fue convocada por la producción de Mirtha Legrand para almorzar con la diva este domingo al mediodía. El caso conquistó a la conductora y a su equipo, por lo que llevará su historia a la pantalla chica.