Tucumán llegó a una nueva final argentina, pero no de la manera en que hubiera querido. La noticia de la no presentación de Buenos Aires al cruce de semifinales a raíz del accidente que sufrió camino a Santa Fe -volcó el micro que trasladaba al plantel- desembocó en la clasificación automática al partido definitorio para un plantel que se había preparado para ganársela en la cancha. Sobre todo, porque se trataba del clásico contra Buenos Aires, el que todos quieren jugar.
“No era lo que esperábamos. Si nos hemos preparado durante tanto tiempo, era para jugar. Queríamos enfrentarnos con todos. Y es realmente triste lo que pasó con Buenos Aires”, lamentó el entrenador Fernando Molina.
“Todos queremos medirnos contra Buenos Aires, y fue una pena no haber podido jugar contra ellos. Por otra parte, el torneo todavía no terminó y estamos contentos por tener la posibilidad de defender el título”, opinó Tomás Vanni, capitán del equipo y “sobreviviente” de la camada campeona del año pasado.
El último paso
El miércoles se definió la otra llave de semifinales, entre Mendoza y Mar del Plata, que terminó en triunfo de los primeros por un ajustadísimo 13-9. Los cuyanos entonces tendrán revancha contra los “Naranjitas”, luego de la derrota de la primera fase. Eso sí, llegarán con un partido más de desgaste, disputado con una temperatura de 35°.
“Va a ser un partido diferente al primero. Los dos equipos ya nos conocemos, y aparte jugar una final siempre se vive de otra manera. Para nosotros lo más importante es estar bien de la cabeza y concentrarnos en lo que tenemos que hacer, antes que preocuparnos por los que van a hacer ellos”, sintetizó Vanni.
“Los chicos demostraron que tienen temperamento para resolver situaciones difíciles. Lo demostraron contra Rosario: había que hacer el try y lo hicieron. Ahora hay que trabajar sobre la cabeza, para llegar con la mayor intensidad física y mental, pero sin pasarnos de rosca”, agregó Molina.