PANMUNJOM, Zona Desmilitarizada de Corea.- La última semana de abril será recordada como la de un acontecimiento esperanzador y una imagen para la historia: el apretón de manos del líder norcoreano, Kim Jong-un, y el presidente surcoreano, Moon Jae-in, sobre la línea que separa los dos países.
A esta foto le siguen otras, como cuando ambos líderes pasan tranquilamente de un lado a otro de la frontera, considerada entre las más peligrosas y más vigiladas del mundo; o cuando plantan juntos un árbol justo en el límite entre Corea del Norte y del Sur. Y por último, el abrazo después de firmar un acuerdo que abre “un nuevo capítulo” en su historia.
En las pocas horas que duró el encuentro, hubo tiempo para los gestos simbólicos, las declaraciones de buena voluntad y hasta para el humor y la ironía. Sí, se han hecho “buenos amigos”, dice Moon durante la cena y eleva su copa ante sus invitados norcoreanos, una situación que nunca se había visto. Si, hablaba del líder que en Año Nuevo amenazó con apretar el “botón nuclear” que está sobre su escritorio. Se refiere a Kim, quien llevó a la región al límite de la guerra con sus ensayos nucleares.
El joven líder se disculpa educadamente por haber interrumpido el sueño de Moon con sus ensayos, normalmente realizados a primera hora de la mañana.
Los dos políticos incluso se toman de la mano mientras escuchan en la tribuna la música de la ceremonia de despedida. Después, Kim vuelve al lado norcoreano subido en su Mercedes, a cuyos lados corren 12 guardaespaldas, cruzando la línea de demarcación entre los famosos barracones azules de Panmunjom.
Todas estas imágenes impresionan, pero se trata de Corea del Sur, el país de los grandes gestos, la gran simbología y de la historia rica y dolorosa. También es el país de las decepciones monumentales, pues cumbres anteriores terminaron también con grandes promesas y planes entusiastas que finalmente no llegaron a buen puerto.
Kim se mostró dispuesto en la declaración conjunta a una “desnuclearización completa”, pero es probable que el líder norcoreano solo contemple el abandono de las armas nucleares si todas las potencias, entre ellas Estados Unidos, también lo hacen. Pero aún esa vaga promesa es suficiente para allanar el camino hacia el encuentro entre Kim y el presidente estadounidense, Donald Trump, en unas pocas semanas.
Por ahora, Kim y Moon han preferido evitar cuestiones delicadas. El encuentro no ha tratado sobre armas nucleares, sino sobe la guerra y la paz. Por eso decidieron reunirse en Panmunjom. Allí se firmó, en 1953 el acuerdo de alto el fuego en la guerra de Corea, que ahora podría concluir definitivamente con un tratado de paz.
Precisamente por este simbolismo se eligió ese lugar para la cumbre. Y por eso Kim decidió cruzar allí la línea de demarcación y se convierte así en el primer líder de su país en hacerlo desde la guerra. (DPA)