Sergio Berenzstein - Analista político
El episodio puntual que vive la Argentina es el de una corrida cambiaria generado por factores externos y domésticos. Lo exterior está dominado por el cambio de política de tasas dispuesto por la Reserva Federal (FED) de los Estados Unidos y por el impuesto a los inversores extranjeros que decidieron no perder dinero, desarmaron posiciones y definieron comprar dólares y se van. Al margen de eso, domésticamente hay otra cuestión importante que es que muchos argentinos han decidido dolarizar más sus carteras; lo venían haciendo desde antes y lo hacen en el contexto del nuevo escenario externo.
El Banco Central decidió utilizar una terapia muy de shock para frenar esta hemorragia con una tasa a un nivel elevado. Y lo está logrando. Entonces, la hemorragia se frenó, pero, ¿qué es lo que genera a partir de ahora? El problema fue causado por una cuestión de desconfianza en la estrategia del Gobierno para el corto, mediano y largo plazo. Frente a esto, la gestión del presidente Mauricio Macri ha decidido resignar su plan de obras públicas, al menos parcialmente. Y le ofrece al mercado una parte de casi medio punto del Producto Bruto Interno (PBI), que puede constituirse en la novedad que trasmitieron los ministros Nicolás Dujovne y Luis Caputo durante la conferencia de prensa conjunta.
Ahora bien, ¿alcanza ese medio punto para frenar la desconfianza del mercado? Bueno, eso está por verse. En las próximas dos semanas se avecina un vencimiento significativo de las Letras del Banco Central (Lebac) y veremos cómo reacciona el mercado y a qué tasas las quiere renovar. Eso se constituirá en el test de confianza, al margen de lo que pase en el mercado cambiario.
¿Qué impacto puede tener esto? Muy duro en términos de inflación. Muy duro en términos de crecimiento. Y tiene impacto muy duro, como consecuencia de estas dos situaciones, en términos del recorrido de aquí hasta las elecciones. Hasta hace un tiempo, el Gobierno pensaba que esto era básicamente navegar hasta las elecciones, ganarlas y después ver qué hacía. Y, claramente, la navegación se le hizo compleja y, por esa razón, el resultado de las elecciones está abierto. Sin que haya hecho nada la oposición, hoy el Gobierno nacional -simplemente por errores propios o por falta de coordinación- le ofrece a la Argentina un panorama absolutamente diferente en materia de escenario electoral.
¿Cómo sigue la historia? El Presidente puede resignarse a esto, a ver qué pasa y seguir con el mismo discurso. Puede arriesgar el resultado de las elecciones o pegar un golpe de timón como hizo Raúl Alfonsín en 1985, antes de las elecciones. Y, como sucedió tantas veces en la Argentina, donde justamente, motivado por resultados electorales y de la gestión inciertos, lejos de los esperados, el Presidente modifica el qué, los cómo y, sobre todo, los quiénes. Esos son los grandes interrogantes que surgen a partir de los últimos episodios.
Esto puede servir a Macri lo suficiente para darse cuenta que en 30 meses de gestión su equipo no le dio los resultados que buscaba, o si cree que se trata de algo externo y aquí no pasa nada. O, por el contrario, se convenció de que todo lo que le prometieron era algo ilusorio y que necesita, por eso, cambiar los qué, los cómo y los quiénes. Esa es una gran pregunta que surge de esto.
Si el Gobierno tomó esa determinación, hay que ver cuándo va a actuar. Si no la tomó, vamos a tener más de lo mismo.