El 19 de mayo del año pasado, Juan Albornoz y su esposa Edith Piccineti iban en el colectivo, rumbo a su casa, como todos los días. De pronto, el celular del hombre que trabaja en Tribunales comenzó a sonar. Pero cuando se fijó en la pantalla, no reconoció el número. Y como solía hacer ante estos casos, no atendió. Pero el celular volvió a sonar, y luego otra vez, y otra... Entonces atendió.
“Me dijeron que a Matías lo habían herido durante una pelea. Al principio no entendía, hasta que nos dimos cuenta y con mi esposa saltamos del colectivo”. Albornoz recuerda hoy ese momento mientras toma de la mano a su esposa. Ambos tienen los ojos vidriosos. Se les quiebra la voz durante la casi media hora de charla, pero son firmes en un pedido unánime. Quieren Justicia. No soportan que el caso de Matías sea uno más: “algún tipo de castigo debe haber”.
Matías Albornoz Piccineti tenía 16 años. Iba al Gymnasium y era un amante de la música y de la danza. Le decían “Pave” y por su forma de vivir, sus compañeros y sus pupilos del colegio lo amaban. Ese 19 de mayo intentó separar una pelea. Habían atacado a un amigo suyo en pleno centro. Pero la reacción en su contra fue brutal. Recibió un certero puntazo en el corazón. Falleció al día siguiente, 24 horas antes de cumplir 17 años.
La Justicia no condenaría a nadie por el crimen de Albornoz Piccinetti
Si hay algo que los padres de Matías destacan dentro del calvario que sufren desde hace un año es el cariño de quienes conocían a su hijo. “El apoyo incondicional de los chicos lo tuvimos siempre, no así del colegio, vale aclararlo. Siempre cobijados y amparados por familiares, amigos, compañeros, padres de los chicos, siempre con un cariño incondicional”, afirma Albornoz. Y su esposa esboza la primera semblanza de Matías: “Mi hijo se preparaba para ingresar a medicina, también quería seguir con su música y su danza, el es profesor, era profesor perdón, y sonaba con tener su banda, seguir estudiando, poner estudiando, tenía tantos proyectos que quedaron truncados”. Y el padre agrega: “Matías era un chico alegre, sonriente, servicial, siempre ayudando a los compañeros, a sus pupilos, siempre solidario, hasta con personas que no conocía, dando una mano, estando”.
Un colegio con valores
Ambos están seguros que la actitud de las autoridades del colegio no fue la mejor. “No hicieron nada, de nada”, dijeron. Pero al mismo tiempo, Edith aseguró: “si tendríamos que volver a elegir, elegiríamos otra vez el Gymnasium. Son solidarios entre ellos, tienen buenos valores. Cuando él era chiquito, cuando entró al colegio, tenía miedo de dormir en la oscuridad, y después de su primer campamento eso cesó, se lo enseñaron sus tutores. El amaba el colegio, amaba a sus pupilos. El quería ser así, y logró ser así”.
Día por día: la cronología del asesinato de Matías Albornoz Piccinetti y sus repercusiones
Según determinó la Justicia, el adolescente que mató a Matías tenía 15 años. Y actuó con otros dos, de 16 y 17, que fueron los que generaron el primer incidente. Para los padres de Matías, estaba todo planificado. Sobre todo porque los agresores estaban armados, uno con una navaja, y otro con una manopla. “Mi hijo jamás llevaba armas encima. Sólo su guitarra. La persona que sale de su casa con un arma en el bolsillo, sea chico o grande, no va con buenas intenciones. Ni al colegio, ni al trabajo, ni a pasear al centro. ¿Qué intenciones tener al salir de tu casa armado?”, se pregunta Albornoz. Y su esposa se explaya: “asusta pensar en un chico de 15 años que sale armado. Con manoplas, con puntas. A mi hijo jamás se le pasó por la cabeza. Ni a los chicos de la edad de él. La verdad es que yo no lo puedo creer”.
El incidente tras el baile
La génesis de la tragedia parece estar en episodio ocurrido una semana, durante el baile del colegio. Aparentemente allí hubo un incidente, en la puerta del establecimiento. Y los tres sospechosos habrían buscado venganza. Matías quedó en el medio. “Mi hijo era una de las personas que organizaba todo en el colegio. Y hubo un incidente en la entrada del colegio unos días antes. Los hicieron entrar a todos. Pero no sé si los que tuvieron ese problemas son los mismos que lo mataron. Si son amigos, nunca nos enteramos”, explica el padre de la víctima. “Nosotros le inculcamos valores a nuestros hijos, donde si se podría haber evitado, de qué manera, o en manos de quien hubiera estado evitar eso. Si hubo un problema el fin de semana anterior en el baile, no sabemos quién era la persona que debía hacer una denuncia, o tomar medidas en el colegio para que haya habido vigilancia. Agarrar el toro por las astas. Como directivo, como cabeza del colegio, salir y defender a mis alumnos. Si yo hubiera estado en su lugar habría hecho eso”, ejemplifica.
Lo que dice la ley
La posibilidad de que los acusados no sean penados está latente. Es más, los mas chicos, de 14 y 15 años, son no punibles, por lo que no pueden ser castigados penalmente. Esto desvela a los padres de Matías. “Tomamos la posibilidad de que no haya ningún tipo de castigo contra estos chicos como un balde de agua fría. Nosotros pedimos una audiencia con la jueza de menores y nos enteramos que la fiscal había pedido el sobreseimiento o absolución”, dijo Albornoz. Este pedido aún no está firme ya que aún hay medidas de investigación abiertas. La madre de Matías también afirmó que “no sabemos si las medidas tutelares que pidió la fiscal se cumplen, en qué funda el sobreseimiento”. “Por eso por intermedio de nuestro abogado nos opusimos al requerimiento, pedimos que se nos den copias del expediente que hasta el día de hoy no podemos conseguir. No podemos saber en qué se funda el pedido”, agrega Albornoz.
Caso Albornoz Piccinetti: “la Justicia debe ponerse los pantalones y dar respuestas”
Ambos conocen las limitaciones de la ley en cuanto a los menores, pero no se resignan. “En realidad de alguna forma tiene que haber justicia. ¿Qué siento yo? Trataron el caso de la muerte de mi hijo como si fuera un hurto, un simple robo. Así trataron un homicidio. Si bien la ley penal de menores dice que son no punibles, pero sí culpables, de alguna forma se tiene que hacer justicia. No es el primer caso de un menor que comete este tipo de delitos. Pero mi hijo también tenía 16 años. Entonces, ¿a quién favorece? ¿Al menor que va armado, que mata, o a la víctima? La delincuencia está tan naturalizada que vamos a terminar en que forjemos delincuentes no personas de bien. Cuando fuimos al juzgado de menores a pedir que la muerte de Matías no quede en la nada, que por lo menos se apliquen medidas tutelares ejemplificadoras, que sirva de algo para la sociedad, o para los adolescentes, no. No recibimos nada. Estamos peor, y en realidad sí tiene que cambiar”, se quejó amargamente Piccineti. Y su esposo reforzó la idea. “Hoy estoy del lado del padre que perdió un hijo, y pido justicia. Los fiscales y los jueces están del lado que tiene que impartir esa justicia. Pienso que hay medidas que se pueden implementar, no para enderezar a una persona, porque cuando el árbol nace chueco es difícil enderezarlo, pero ponerle un ejemplo para que la sociedad vea que la Justicia si tiene la intención de corregir a esa persona”, indicó.
El domingo pasado Matías hubiera cumplido años. Él había imaginado su festejo. Y su madre lo sabe: “él, como la canción de Roberto Carlos, tenía un millón de amigos. Y quería estar con ellos para festejar. Hacer una peña, una gran fiesta. Yo mandé a mi hijo al colegio, y me lo devolvieron en un cajón”.