La primera imagen después de la eliminación de Atlético de la Copa Argentina fueron los hinchas despidiendo al equipo con aplausos. Podría decirse que el “Decano” no perdió pese al resultado: mantuvo el respeto y el agradecimiento de sus seguidores, algunos de los cuales 10 minutos después del partido ya planeaban el viaje a Porto Alegre.
Como Atlético tampoco había perdido en el resultado ni en el juego -aguantó dos tercios del partido con un jugador menos sin que se notara demasiado-, y la derrota llegó por esa cuestión tan estocástica como una definición por penales, para Atlético fue la caída más indolora posible. Si en el manual del deporte se podría elegir una forma de despedirse de un torneo, la de ayer ante Newell’s no está nada mal. La moneda cayó del lado de la eliminación.
La triple competencia para Atlético se terminó en un partido que había comenzado favorable, con los mismos buenos síntomas del arranque del semestre. Como si se sintiera cómodo en un estadio con los mismos colores e iniciales: CAT. El “Decano” pareció sentirse local en el juego (y hasta su gente ocupó la tribuna de los hinchas de Temperley). Ricardo Zielinski volvió a retocar el equipo (afuera Luis Rodríguez y Guillermo Acosta, adentro Juan Mercier y Leandro Díaz) y Atlético siguió mostrándose superior a Newell’s, como el lunes pasado, en Rosario.
Hasta que el partido tuvo su antes y después. Tal vez influido por el horario, Germán Delfino tenía ganas de almorzar amonestaciones y en ese empacho de tarjetas terminó sufriendo Atlético. Sólo en el primer tiempo, y en el contexto de un partido limpio, el árbitro mostró seis amarillas, dos de ellos a Mathías Abero, que de inmediato fue expulsado. El defensor cometió un error de cálculo en la infracción que derivaría en su tarjeta roja (irreprochable), pero Atlético se quejó por la primera amonestación, cuando el uruguayo se había metido en un enredo con Luis Leal. Tiró un codazo y el portugués reaccionó con una llave al cuello.
Si 11 contra 11 Atlético había tenido el control de la pelota y había generado las dos situaciones de mayor peligro -un cabezazo del mismo Abero y un remate de Díaz-, 10 contra 11 el “Decano” cedió la pelota pero siguió controlando el partido y generando las mejores jugadas de gol, como una llegada sin resolución de Ricardo Noir y otro remate de Díaz que pegó en la parte exterior de la red, ya en el segundo tiempo.
Zielinski rearmó el equipo con Pier Barrios por David Barbona y Guillermo Acosta por Mauro Matos y a Newell’s le costó mucho aprovechar su superioridad numérica: el despliegue de Rodrigo Aliendro en el mediocampo fue colosal, incluso a pesar de ciertas desprolijidades. Atlético demostró ser más que Newell’s en lo individual, colectivo y anímico, en los dos torneos.
Eso, claro, hasta que en los últimos 15’ el cansancio pasó la factura y los cambios de Newell’s se hicieron pesar, en especial el de Joaquín Torres, un problema para la defensa de Atlético. Primero Leal se erró el gol del mediodía y después Cristian Lucchetti comenzó su show, primero un unitario ante Lisandro Cabrera y luego una doble tapada fenomenal contra Víctor Figueroa y Héctor Fértoli.
Ya en plena resistencia, y con el arco de Alan Aguerre que ahora sí parecía quedar en Rosario, llegar a los penales era lo mejor que le podía pasar a Atlético. Paradójicamente terminaron siendo su condena. Tan paradójico como que Atlético se despidió de la Copa Argentina sin haber recibido ningún gol en contra.